jueves, 18 de junio de 2015

LA HISTORIA SE REPITE

Hace casi cuarenta años, 1979, cometí la osadía de apuntarme al más partido de todos los partidos de entonces, a UCD, y formar parte de la candidatura para el Ayuntamiento de Ejea de los Caballeros. Fue UCD el partido más votado, pero el apoyo del PSOE a la candidatura del Partido de Independientes de Izquierda le dio la alcaldía a esta formación en la que participaban algunos maestros y profesores y agricultores. En una de las primeras reuniones del nuevo consistorio tocó discutir el tema de las cercanas fiestas populares para iniciarse esta discusión con la propuesta de que desapareciera del encabezamiento de esas fiestas lo de EN HONOR DE LA VIRGEN DE LA OLIVA y que los concejales no asistieran como tales a las procesiones. Luego, el día de la patrona, en la procesión, se desató una violenta tormenta y el único edil que aguantó hasta el final fue el señor Tapia, del Partido Comunista, que, además, había estrenado traje aquel día.

Otro tema polémico fue la celebración de una corrida de toros en esas fechas festivas. Mi amigo Manolo Cano me comunicó que quería organizar en la moderna e infrautilizada plaza de toros de Ejea una corrida de toros con la participación de Manuel Benítez “El Cordobés” con Joaquín Bernadó por delante y otro diestro más. Yo le argumenté que al ser nuestro primer año en el consistorio ejeano no podía prescindir del concurso de Miguel Peropadre “Cinco Villas”, cosa a la que accedió Cano sin problemas. Pero la propuesta tenía que plantearse al consistorio y hubo que decidirla democráticamente. Ganó el sí al festejo gracias al voto del propio señor Tapia y se celebró el 4 de septiembre de ese año de 1979 con la mayor afluencia a una corrida de toros que haya habido nunca en esta plaza, con la villa repleta de automóviles y los bares y restaurantes a tope. Aquel día se acabó el pan en Ejea y no sabría como valorar el impacto económico y turístico que aquel acontecimiento tuvo en la capital de Las Cinco Villas. Era el tercer paseíllo de Manuel Benítez en Ejea, el primero en una novillada en la que se lanzó de espontáneo un sacerdote con sotana, y el segundo en una corrida de toros de “las guerrillas” con Palomo Linares.

¿Qué ocurrió los años siguientes hasta 1983 en que termino la legislatura? El alcalde, Mariano Bergés, afirmó que si hostelería aportaba dinero para festejos taurinos estos se llevarían a cabo. En caso contrario, el Ayuntamiento renunciaba a esta programación. No hubo toros en los años siguientes, en el 82 una corrida en abril y otra en septiembre por iniciativa particular, una novillada, una actuación de “El Toronto” y un festival que organizó el hijo de Baquedano con la colaboración de Andrés Álvarez y en el que participaron “Antoñete”, Gregorio Sánchez, Curro Romero, Rafael de Paula, Miguel Cinco Villas y los novilleros Manuel Fuentes y “Gallito de Alfaro”, el 9 de abril de 1983. Esta fue la última vez que Miguel Cinco Villas actuó en Ejea. En agosto murió en un accidente de automóvil. En septiembre se celebró otro festival a beneficio de la familia del torero ejeano a instancias de la Peña “Martincho”, que dos años después, con nueva conformación edilicia, inició una etapa de cierto esplendor de la historia taurina de la Plaza de Toros de Ejea de los Caballeros, que cumplió sus bodas de plata en 1987 con un cartel con dos corridas de toros en las que participaron Morenito de Maracay, Vicente Ruiz “El Soro”, Roberto Bermejo, Manzanares, Julio Robles y José Luis Palomar, un festejo mixto con el rejoneador Curro Bedoya y los novilleros Casanova y “El Molinero”, “El Toronto”, toro de fuego, corrida landesa, recortadores y roscaderos. Fue el comienzo de una bonita y lógica historia para un pueblo que en el siglo XVIII y principios del XIX era centro principal de la ganadería brava española.

No creo que en el momento actual se cierren las puertas toreras cincovillesas, pero de otros lugares llegan noticias alarmantes. De Huesca, por ejemplo. Nada de festejos taurinos y supresión de las mairalesas, que son las majas o reinas de otros lugares. En Huesca, que no es provincia de amplio espectro taurino, si tiene larga tradición en su capital y su plaza es de 1929. Por San Lorenzo recoge una amplia muestra de turismo, incluidos aficionados franceses, y a sus muchos encantos ambientales une los gastronómicos, los monumentales y la forma especial en asistir a sus corridas de toros con olor a albahaca y color verde. No hace falta contar su historia. Como tampoco hace falta explicar las 50 razones que Francis Wolff, filósofo francés de la Escuela Normal Superior de la Universidad de París, propone para defender la corrida de toros.

Y las dudas de Valencia, Pamplona o Madrid. Muchas ocurrencias de todo signo, muchas propuestas pueriles, vecinas y vecinos, paridades absurdas, si hay más mujeres valiosas y con méritos, más mujeres; al contrario, más hombres, mucho dogmatismo y más demagogia. Que no se gane un puesto por imperativo matemático. ¿Qué la gente quiere ir a los toros? La respuesta es bien sencilla. En estos 31 días pasados más de 650 mil personas han ido a los toros en Madrid. Es, además de otras muchas cosas tradicionales, ecológicas, medioambientales, artísticas, culturales e históricas, un aliciente para que gentes de otros pueblos nos visiten, para que se queden un rato más en España. La fiesta es española, sí, pero anterior a la fundación de la marca hispánica. Su arte nació en las cuevas prehistóricas.

Lo que más me inquieta de todo esto es que puede terminar con la desaparición del toro bravo, ese que estaba en toda Europa y que desapareció de los territorios en los que no se impuso su lidia. Vida y muerte de la mano. Pero eso ya pertenece a la Filosofía. Yo solo sé que me gusta paladear, rumiar el toreo.

He visto bastantes corridas de San Isidro y he leído a “Barquerito”, José Luis Ramón, Zabala y Amorós. A otros no porque me cuido mucho. Saco la conclusión de que ha habido toros bravos pero no en las corridas de la semana llamada torista. La corrida más completa en presentación, casta y nobleza, la de Juan Pedro Domecq. Y en el aspecto humano me ha alegrado la cuarta salida a hombros por la Puerta Grande de Castella aunque en otras ocasiones el honor se lo birlaron decisiones presidenciales. En el otro sentido, se confirmó la caducidad de alguno diestros a los que consideraba como amortizados. No me sorprendió la de Manuel Jesús Cid puesto que siempre he pensado que es torero que torea bien pero no sabe torear. Es la confirmación del aserto orteguiano de que “torear no es dar pases”. La corrida de Victorino no fue buena aunque no tan mala como para recordar a las “alimañas” de Ruiz Miguel. Domingo, el de Borox, no era torero de latigazos, se deslizaba, andaba, templaba, dominaba, ponía la firma con la orteguina o trincherazo, más en su dulce expresión que en la brusquedad de su segundo calificativo. “Torear no es dar pases”. Y hubo algunos toros del viejo ganadero galapagareño a los que se pudo torear sin darles pases. ¿Comprenden el matiz?


Y para añadir nostalgia a mis recuerdos he visto en la 2 de la TV. E. tres películas españolas: “Historias de la Radio”, “La Verbena de la Paloma” y “El Último Cuplé”. En las tres se percibe un toque torero: en la primera, una entrevista con Rafael el Gallo, en la segunda, una alusión a los toros de Carabanchel y en la tercera, la participación de Enrique Vera como torerillo incipiente y ambicioso que se quiere llevar al huerto a la bellísima Sara Montiel. Con eso me conformo.           

miércoles, 3 de junio de 2015

TRISTE Y ACONGOJADO



Me he puesto a escribir con una amarga sensación. Al mediodía, en una de las televisiones del espacio nacional, he escuchado que, según el mapa político municipal y comunitario resultante de las recientes elecciones, al rechazo de los poderes nacionalistas de todo lo español se une el de los representantes del populismo naciente contra los valores tradicionales de nuestro pueblo y los toros principalmente, como máximo exponente del ancestro hispano. Se da una primera noticia favorable: las corridas pueden volver a la plaza de toros de San Sebastián al perder su hegemonía los simpatizantes de los etarras y se asegura que los hermanos Oscar y Pablo Chopera ya tienen programadas cuatro corridas para la Feria de agosto. Pero, por otro lado se comenta que en lugares tan emblemáticos como Madrid, Valencia o Zaragoza es muy posible que cambien drásticamente las condiciones de la explotación de sus plazas y se pongan palos en las ruedas que mueven los festejos mayores y populares en muchos otros lugares. Hasta alguien me ha insinuado que pueden estar en peligro los sanfermines de Pamplona, en donde el batiburrillo político se parece mucho a lo que “Don Indalecio” calificaba de “fritadas”, festejos nocturnos de seis erales para otros tantos diestros representantes de los barrios de la ciudad de Zaragoza. ¿Creen ustedes que los concejales pamploneses de Bildu van a presidir la corridas vestidos de chaqué y tocados por chisteras de siete reflejos? Me parece un imposible metafísico en su primera acepción, “parte de la filosofía que trata del ser en cuanto tal, y de sus propiedades, principios y causas primeras”. Pamplona sin toros ya no sería Pamplona. Pero es que estos vienen para acabar con la “casta” pese a que se dejen coleta. Hace años, en las crónicas de los viejos revisteros, el torero era “el coletudo” y con la ínfulas que se traen los populistas es posible que imiten a los islamistas de no sé donde que han prohibido que los hombres se afeite. Nos pueden prohibir a los españoles que nos cortemos el pelo y “los coletudos”, los toreros, si es que todavía existen, ya no tengan que usar el añadido. Una broma entre tanta dramática incertidumbre. ¿Cuál es la solución? Mi tío Ignacio, hace muchos años, ante una riada, me aconsejó sabiamente: agáchate y que pase el agua por encima. Luego te levantas y te secas al sol. No sé, no sé. El peligro es cierto e inminente y, si la riada se desata, yo me ahogaré en ella. No me quedará tiempo para recuperarme.
Otras cosas me preocupan alrededor del mundo del toro, incluso el desprecio al himno y la bandera de España. Hasta en algunas plazas francesas se coloca la bandera española en los días en que se celebran festejos taurinos. ¿Qué puede pasar en un futuro inmediato en los cosos hispanos? Me temo lo peor.
Estamos en un momento en el que la crítica ha dejado de ser subjetiva para convertirse en documentada. Antes uno veía una corrida y  sus sensaciones se mantenían incólumes porque no había posibilidad de demostrar lo contrario. Hasta que llegó lo de la “moviola” que se aplicó primero al fútbol y luego a los toros. En unos programas de esta índole intervine analizando las actuaciones de ciertos toreros y algún disgusto y enemistad me costaron, sobre todo cuando demostré que era más difícil rematar los muletazos con la derecha que los siniestros. Ahora se desmenuza todo y el otro día un comentarista no percibió ningún mérito ni latido artístico en lo realizado por “Finito de Córdoba” y sólo admitió “su manera ortodoxa de coger la muleta por el centro del palillo”. También estas posturas perjudican la imagen de la fiesta española. Se hace crítica pensando en lo que quieren leer los fieles seguidores del escribidor. A otros le da por el forofismo y  no hay cosa que más perjudique a las figuras del toreo que sus seguidores. Los sufrió “Manolete”, los sufrió Antonio Ordóñez, se apasionaron temporalmente por unos u otros en diversos lugares de España y se disolvieron pacífica y mansamente con el paso del tiempo. Solo en el caso de José y Juan la hermandad entre sus partidarios se mantiene un siglo después. En Madrid, en estos largos días isidriles, las simpatías y las fobias  se prodigan de forma irracional. A Castella me lo llevaban en la punta de un pitón y, por fin, lo sacaron a hombros `por la Puerta Grande después de que ligase una gran faena a un toro de Alcurrucen. Y lo sacaron como se acostumbra a hacerlo últimamente en esta plaza, al modo en que los almonteños sacan a la Virgen del Rocía, a tumbos y empujones, tratando de arrancarle los machos, hombreras o alamares de su chaquetilla.
Otra de las cosas que me llama la atención en estos días es la cantidad de diestros que se van al terreno de chiqueros para recibir “a porta gayola” a los toros. Casi siempre se resuelve el encuentro con una larga cambiada, a veces con un farol y muy pocas con una larga natural de rodillas. No he visto hace años una larga natural en pie a una mano y con final “a la cordobesa” o “lagartijera”, con el capote al hombro. Ahora en la mayoría de las ocasiones la suerte se convierte en una futbolística estirada en plancha al lado contrario por el que entra el balón, en estos casos un impresionante tío con dos cuernos que aparece de la oscuridad sin saber a dónde va a dirigir su impulso primero. El riesgo no tiene justa compensación porque los espectadores son de frágil memoria y cualquier fallo emborrona toda una meritoria labor.
Al final siempre aparece la prueba en contrario que oscurece todas las cantadas glorias. Hay un detalle que apenas afecta negativamente: la pérdida de la muleta en la ejecución de la estocada. Sólo sé de un magnífico escritor que lo suele señalar en sus crónicas y es necesario precisar si la pérdida del engaño se debe a pisotón o derrrote del toro o si tal pérdida es deliberada decisión del estoqueador para salir más desahogadamente de la reunión imprescindible entre hombre y toro en el momento supremo.
No sé si antes se escribía mejor que ahora. Sí que se escribía con más calma y que se analizaban con más detalle las circunstancias técnicas del desarrollo de las suertes. Y otra cosa que ocurría es que en toda España se publicaban los resultados de las corridas celebradas en todos los ruedos. Ahora no se publican ni los festejos de las plazas de primera, las de Valencia,  Sevilla o Madrid, por ejemplo.

La tormenta que nos amenaza para un inmediato futuro tiene tintes políticos, pero convendría un amplio examen de conciencia para analizar las razones por las que en la era de los grandes medios de comunicación la difusión de la Fiesta Española es de lo más deficiente y negativa, reincidente y pelmaza en el más luminoso de esos medios. El domingo pasado, Televisión Española transmitió la corrida de Cáceres en la que actuó en solitario Julián López “El Juli”. ¿Cuánto tiempo hacía que esta Televisión no transmitía una corrida de toros? ¿Cuánto pasará hasta que se vuelva a transmitir otra corrida de toros? Es posible, si los populismos (Frente Popular en 1931) llegan al poder, que no se vuelva a repetir el hecho y hasta se suprima el programa taurino de los sábados, Tendido Cero. ¿Triste y acongojado? “En una noche escura/ con ansias en amores inflamada …” (San Juan de la Cruz).