lunes, 17 de diciembre de 2018

DIEGO PUERTA, EL OLVIDADO, INOLVIDABLE




Por Benjamín Bentura Remacha 


Hace tiempo que tengo esa impresión. Es cierto que en los medios de comunicación actuales  no suele prodigarse el hablar de personajes de otros tiempos como no sea para airear trapos sucios o debilidades humanas. Pocas veces para hacer un elogio de la persona que fue. En ello estaba cuando descubrí que el último día de este noviembre pasado se cumplían los siete años de la muerte de Diego Puerta Dianez, no sé si en Camas o en su casa de Sevilla, ciudad donde nació, 1941, en la Puerta de  la Carne vecina del barrio de San Bernardo, en el camino del matadero, donde trabajaba su padre y lo que fue el primer escenario de los ensayos toreros de un hombre que no se mereció sólo el apelativo de “Diego Valor”. Me lo demuestra el argumento de un comentarista taurino tan prestigioso como es Ventura Bagües “Don Ventura”: “Y con tal brío defiende Diego Puerta su razón; tanta es su valentía y tanta su vergüenza profesional; es tan alegre su toreo, sin concesiones al mal gusto; tantas son las victorias que obtiene, que bien se le puede considerar como uno de los valores más positivos del toreo contemporáneo”.
Más de medio centenar de lesiones de diversa gravedad, una en Bilbao en el comienzo de su estreno como matador de toros que le afectó al hígado y una última en Zaragoza, tres días antes de despedirse de los ruedos en Sevilla. Una cornada en los testículos, con la que hizo el paseíllo en su tierra junto a su oponente natural y entrañable paisano, Paco Camino. 12 de octubre de 1974. Diez y seis temporadas a toda máquina y tardes gloriosas en Barcelona y Zaragoza en su etapa de novillero, éxitos arrolladores en Sevilla, toros de Miura, en Madrid, en la monumental de México en 1964, a la que tuve la suerte de asistir, en Pamplona, Valencia o San Sebastián. Siempre la entrega sin fronteras y el toque sevillano de la gracia y el salero de la chicuelina o el kikiriki.  Carrera rápida desde su primer traje de luces en Aracena en 1956, debut en Carabanchel y Barcelona, en Las Ventas madrileñas en mayo de 1958, con Emilio Redondo y “Miguelín”, y alternativa en Sevilla de manos de Luis Miguel Dominguín y el testimonio de Gregorio Sánchez el 29 de septiembre de ese mismo año (17 años tiene la criatura), con el toro “Zamborero” de Arellano. Las cogidas que sufrió en 1959 le impidieron aquel año confirmar la alternativa en Madrid y sumar solamente veintiocho festejos, pero al año siguiente y con su paso por Las Ventas el 20 de mayo, con doctorado confirmado por un paisano de nación  y línea torera, Manolo González, y la presencia del revolucionario “Chamaco”, toros de Bernabé Fernández, don Atanasio en la sombra, alcanzó la cifra de setenta festejos, cantidad de actuaciones a la que sumó en los años siguientes, con el medio centenar cada año en el lustro de su retirada y el  bagaje final, sin contar los festejos en América, de mil corridas de toros, en las que Diego, pese al brutal castigo, siempre estuvo ahí, en su sitio.
Mi recuerdo se traslada a la imagen de la pareja sevillana, Puerta y Camino, al empeño del de Camas de parecer más alto que Diego en las fotos, de puntillas, o de jugarle una trastada en el lugar segoviano de El Espinar al cambiar una corrida de Murube por otra de Santa Coloma. No era la que le iba al de la Puerta de la Carne, no. Ni a Tinín, el hermano de Faustino que tomó espada y muleta cuando a este le cortaron una pierna al herirse con un estoque. Pero Diego y Paco eran “la pareja”. Sevillanos los dos pero distintos. Se sumó a ellos el de Vitigudino y hubo  una corte celestial que podrían presidir Ordóñez, Bienvenida, Antoñete y puede que Mondeño, que le prestó elegancia y empaque al manoletismo de los años 50, a los que se añadía el estrambote de “los Peralta por delante” que no sumaba brillo al soneto bien rimado de la pareja, trío o cuarteto. Tal era la fuerza de Diego y Paco que una aficionada norteamericana que venía todos los años a seguir la temporada taurina, Alicia, profesora de español en su país, llevaba a las corridas dos banderolas dedicadas a sus toreros preferidos. Alguna diferencia tuvo con Paco y Alicia se borró del “caminismo” y dejó su enseña en  el trastero de su casa.
Fue una gran etapa del toreo. También es cierto que yo tenía cincuenta años menos. El caso es que recuerdo a Diego Puerta como una persona cabal y equilibrada, sin ningún tipo de jactancia por su categoría dentro de la  escala superior de la torería y siempre en su sitio, nunca en los medios informativos para otras noticias que las referidas a su línea profesional. Se casó con María García Carranza, de la familia de los “Algabeño”, un tío de su esposa, tito Carranza, fue su asesor económico, su mozo de espadas “Ramitos” y su chofer Tello eran dos dignos representantes del humor andaluz, “Almensilla”, su banderillero, espectacular con los palos y violento y recortado con el capote. Por entonces los más completos de los subalternos sevillanos eran Chaves Flores y “Tito de San Bernardo”. Diego se hizo ganadero de reses bravas en 1963, con la casta de los veragüeños de Juan Pedro Domecq, aunque él prefería lo de Murube de su amigo Antonio Méndez, otro “puertista” de hueso colorado. Hizo también ganaderos a sus hijos con la misma procedencia y hasta ensayos de empresario taurino en la plaza de Castellón.
Cuando se presentó como novillero en Carabanchel, algunos comentaristas capitalinos evocaron la imagen de los “seises” de la catedral sevillana, unos niños que, vestidos de sedas y encajes,  bailan ante el Santísimo en la octava del Corpus, la Inmaculada y el triduo de Carnaval. Diego mantuvo ese su aspecto juvenil, pero era un hombre de hierro, una voluntad inquebrantable que no se vio afectada por sus casi sesenta episodios sangrientos que la afectaron al hígado, los intestinos, testículos, venas, arterias, huesos y músculos. Siempre en su sitio. Siempre con la verdad y la gracia frente a la cara del toro.     


miércoles, 28 de noviembre de 2018

CARTAS AL DIRECTOR



La escribe BENJAMÍN BENTURA REMACHA

Hace unos meses quede en entredicho por una corta polémica en la que yo trataba de distinguir entre dos posturas, una la de negarse a matar un toro y otra no poder acabar con él y que te lo echen al corral. El protagonista era Curro Romero y el autor Ruiz- Quintano, el columnista de la contraportada de ABC, que decía que Curro se había negado a matar su toro en 1987, el 17 de julio, en tarde en la que alternó con “Antoñete” y Rafael de Paula. Yo decía que había sido muchos años antes, en San Isidro y con Rafael Ortega y Sánchez Bejarano en el cartel. No me permitieron el remate y Ruiz- Quintano quedó como mucho más sabio que el menda. Y seguro que así es. Pero el director de ABC no es rencoroso y me ha aceptado otro debate a campo abierto porque el pasado día 20 de este mes de noviembre leí en sus páginas un artículo de Santiago Arauz de Robles – ganadería brava por tierras de Andújar – y a la primera lectura me quedé a cuadros. “La vida de Manolete estuvo marcada por dos mujeres, su madre doña Angustias y Lupe Sino, vedette mexicana”. “Dos mujeres, pues: pero no fue el iniciador de mee too”. No sé qué quiere decir con esto el señor Arauz. En mi diccionario de inglés dice que “mee too” significa “yo también”. Tampoco me explico de donde se ha sacado que Lupe Sino (Antonia Bronchano o Bronchalo) (*) era mexicana y vedette. Estaba muy vinculada con el pueblo de Fuentelencina, en La Alcarria de la Guadalajara española y es famoso el reportaje fotográfico de la pareja disfrutando del lugar, “Manolete” sin camisa y Lupe en traje de baño, con trenzas y a lomos de un jumento. Fuentelencina es un pueblo muy taurino en una comarca cercana al pantano de Buendía, con otros dos pueblos como Alhondiga y Peñalver que le disputan a Fuentelencina el taurinismo, su popular suelta de toros en el campo y su recuerdo a “Manolete” y Fandiño, el vasco-gallego más torero por La Alcarria que por su Vizcaya de nacimiento. De estas tierras recuerdo a José Luis Sedano, al que conocí en la entrada al metro de la estación de Sevilla, en la playa madrileña de “La Tropical”, cuando vino a hacer su incursión en la novillería  y con unas alforjas en las que llevaba quesos y miel para vender a domicilio. Al final tomó una alternativa por la Costa del Sol e invitó a sus amigos a unas buenas vacaciones, entre ellos al banderillero aragonés, José Luis Gran “Romito”.
Más cosas del artículo del señor Araúz de Robles. Dice ,que “en la alternativa de “Manolete” fue padrino Lalanda, que luego sería gobernador (¿o Mazzantini?) “. Sí, don Santiago, lo fue Mazzantini. Pero el padrino de la alternativa de “Manolete” en Sevilla fue Manuel Jiménez “Chicuelo” y el testigo, “Gitanillo de Triana”. El testigo Belmonte hijo y el padrino Marcial, meses después de 1939, lo fueron en la confirmación madrileña, corrida en la que también participó Belmonte padre a caballo.
Cita a José Tomás como émulo del de Córdoba y novio de la muerte por filosofía  y “Manolete” lo fue por fidelidad. Bueno ¿y qué? Lo de Tomás, una vez al año, no parece que sea un noviazgo filosófico. Más bien es un suspiro. Cita la anécdota no confirmada de que Manuel Rodríguez se negó a torear en la México si no quitaban la bandera de la República española y colocaban la tricolor. Yo estuve en México hace más de 50 años y nadie me aseguró que así ocurriera. Al revés, me dijeron que tuvo el apoyo de la mayoría de los exiliados y algún contacto a alto nivel. De “Manolete” y de su conducta se han contado verdaderas barbaridades. La de la plaza de Badajoz, por ejemplo, que no me atrevo a relatar. Imposible. Últimamente he leído que fueron los fascistas los que acabaron con su vida en Linares con un plasma envenenado para que su fortuna no fuera a parar a manos de su “pareja de hecho”. Cosas veredes, mío Cid, que harán falar a las pedras.
Y apunta Arauz de Robles que nadie escribió algo semejante al “Llanto  por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías”. Naturalmente: se considera tal obra como la mejor elegía de la poesía del siglo XX y García Lorca en 1947 ya no estaba en este mundo. Pero entre los centenares de poetas que han dedicado y dedican sus versos a Manuel Rodríguez se puede citar a Gerardo Diego, Afredo Marqueríe, José María Pemán, Entrambasaguas, Agustín de Foxá y una preciosa publicación de Mario Cabré. Quizá sea “Manolete” el personaje a quién más poetas han cantado.
Luego hay otra afirmación. Tras su muerte en Linares vinieron las “corridas-show”: Luis Miguel-Ava Gadner, Hemingway-Ordóñez y Dominique Lapierre-El Cordobés. ¿Qué quiere decir con esto el señor Arauz de Robles? Como lo de que “Manolete” estaba en manos de un empresario incipiente, “Camará”, su apoderado. Demasiadas afirmaciones soltadas así, cómo quién no dice nada. Y, sin embargo, la corrida sigue siendo algo muy serio, no sólo un espectáculo.
(*) Parece que Antonia Bronchano nació en Sayatón, Guadalajara , que se casó con un comisario en zona roja en 1937, matrimonio no valido tras el final de la guerra civil, que su ilusión era trabajar en el cine, participó en cuatro películas, la última de ellas en 1950 en México, en donde se contrajo matrimonio con un mexicano que también se llamaba Manuel Rodríguez aunque era conocido como “Chipiro Rodríguez”. Ello ha podido significar que Arauz de Robles, en su condición de abogado, considerara que tuviera la nacionalidad mexicana puesto que por entonces en España la mujer al casarse adquiría la nacionalidad del marido. No creo qué tal norma estuviera vigente al otro lado del Atlántico. Sí que la guapa y encantadora Antoñita se divorció y regresó a España, a vivir en Madrid, en la privilegiada zona de la calle del Pintor Rosales, en donde murió el 13 de septiembre de 1959 de un derrame cerebral. B.B.R.  

domingo, 25 de noviembre de 2018

VIEJAS MEMORIAS


de BENJAMÍN BENTURA REMACHA



Nací cerca del Ebro y al cobijo del Moncayo, que no es como se dice, padre del cierzo. Nací en Magallón, tierra blanca de Aragón, vino con muchos grados, olivos y botijos de buen barro. Naturalmente, mi padre y yo tenemos el mismo antecedente que justifica nuestra dedicación a la crónica taurina: el padre de mi tatarabuelo, que era ganadero de reses bravas en el siglo XVIII en el lugar de Ejea de los Caballeros, una de las 5 villas de Aragón, don Diego Bentura, ganadero que se prodigó en las plazas de Madrid, Zaragoza en su inauguración y Pamplona cuando se daban las corridas en la Plaza del Castillo. Su hermano Francisco tuvo el honor de ser el ganadero elegido para la corrida extraordinaria que se celebró en la Plaza Mayor de Madrid en septiembre de 1789 con motivo de la Coronación de Carlos IV y en la que actuaron Pedro Romero, “Costillares” y “Pepe-Hillo”, festejo para el que se designó como asesor artístico a don Francisco Goya, por lo que resulta menos casual que  se  designara para tal acontecimiento a un ganadero aragonés.
Otra coincidencia con mi padre, esta menos frecuente, es que ambos nos iniciamos en este quehacer de escritores de toros, dentro de la profesión de periodista, en la plaza de Carabanchel. Mi padre el 21 de marzo de 1933 en el diario “El Debate” y yo el 7 de junio de 1951 en la revista “El Ruedo”. Ese día de hace ya casi 70 años se reabrió la plaza llamada “La Chata” ya en manos de la familia Dominguín y se lidiaron novillos del duque de Tovar por parte del peruano Rafael Santa Cruz, al que apoderaban los Dominguín, José Suarez “Gitanillo de México” y Ramón Solano “Solanito” en sus primeros pasos como novillero con picadores. El limeño Santa Cruz resultó cogido de gravedad y “Solanito” cortó una oreja. Ambos tomaron la alternativa, el de Lima al año siguiente en la plaza barcelonesa de Las Arenas y de manos de Luis Miguel Dominguín, y el de Madrid en Marsella, de manos de Manolo Vázquez en 1956 y, aunque la volvió a tomar en Madrid en 1958, decidió pronto  vestirse de plata, menester en el que destacó por su eficacia y sobriedad. Luis Miguel también le dio la alternativa a un torero mexicano, Eduardo Vargas, que hizo el paseíllo en las dos novilladas siguientes de las que me correspondió hacer la crónica. Repitió “Solanito” y debutó “Limeño”, José Martínez Ahumado, de Sanlúcar de Barrameda, muy en los comienzos de su carrera puesto que no se hizo matador de toros hasta junio de 1960, en Sevilla y con Jaime Ostos y Curro Romero en el cartel del día del Corpus.
Hubo en aquella temporada de mis inicios en la crítica taurina una veintena de oportunidades y algún diestro más que alcanzó el doctorado, el venezolano “Joselito Torres”, alternativa en Zaragoza en 1952  de manos de Rafael Ortega y con la compañía de Antonio Ordóñez y Juan Posada, y Facundo Rojas, natural de Pedro Abad, en la provincia de Córdoba, en cuya capital recibió los trastos de matar de manos de Gitanillo de Tríana y en presencia de Enrique Vera.
Recuerdo que debuté en Las Ventas en septiembre de aquel mismo año y con una novillada de Isaías y Tulio Vázquez que mataron como pudieron Guillermo Guerrero “Guerrerito”, Manuel García “Espartero”, aragonés , y Antonio Duarte, estos dos últimos pasaron pronto a engrosar las filas subalternas. Y cerré mi primera temporada carabanchelera como cronista con una corrida mixta en la que actuaron el rejoneador Pareja Obregón con un novillo de Sánchez Arjona, el portugués Antonio Augustos con un novillo de Félix Gómez, al que, tras una serie de saltos, recortes y coleos, descabelló  con una especie de llave que le hizo al novillo con las piernas, y la alternativa que Bonifacio García “Yoni” otorgó a Moreno Reina, madrileño y pronto banderillero y distribuidor de un invento llamado “cortipelo”, un peine con una hoja de afeitar, eficaz y casero remedo del corte de pelo a navaja.
 Por aquellas novilladas pasaron también otros personajes del mundo de los toros como Braulio Lausín, el hijo de Gitanillo de Ricla, Juan de la Palma, hijo de Cayetano y hermano de Antonio, Manolo Cano, luego buen banderillero que puso una tienda de calzado infantil en el Parque de las Avenidas, el sevillano Fernando Jiménez, con pellizco pero sin fuelle, José Escudero, hermano de Manolo, el de Embajadores, Ramón Barrera, Pedrín Moreno y lo que “Don Indalecio” llamaba fritadas, un seis para seis, en las que alternaron aspirantes de España, Francia, Portugal, Venezuela y Japón.
Para rematar aquella mi primera temporada le hice una entrevista de dos páginas a Mario Cabré y sus variadas actuaciones al margen de los ruedos, otra a Rafael Vega de los Reyes en su colmado “La Pañoleta” de la calle Jardines y en compañía de su suegra, Pastora Imperio, a Juan Posada tras su temporada como novillero y camino de tomar la alternativa al año siguiente en Madrid, a Manolo Escudero, en su casa frente a la estación de Atocha y a Paquito Muñoz, el de Paracuellos, de  boyante carrera hasta ese año en el que sólo sumo 25 festejos.  Una cornada en Barcelona y la pareja Litri-Aparicio le cortaron sus alas. Se casó con una hermana de Higinio Luis Severino y tuvo una muerte violenta en las orillas del Tajo.
Seguí mi colaboración en “El Ruedo” durante toda esa década de los 50. De esos años recuerdo un tema por el que luche largo tiempo: el lugar de nacimiento de Antonio Ebassun, el “Martincho”, al que le puso cara “don Francisco el de los toros”. La pelea fue ardua y prolongada porque vasquistas y navarristas querían que el torero de Goya fuera vasco o navarro. Por esto último se inclinó tozudamente Luis del Campo hasta que Cossío y Baleztena, “Premín de Iruña”, se decantaron por Ejea de los Caballeros. Por suerte, yo me encontré con el acta de matrimonio en el archivo de la iglesia de El Salvador del llamado Antonio Ebassun y conocido por “Martincho”, apelativo que usaba su padre, también dedicado a los menesteres taurinos. Y en ese acta figuraba como natural de Farasdués, a 14 kilómetros de la que es hoy cabeza de Las Cinco Villas”. Esto lo publiqué en 1953 en “El Ruedo”, aunque hasta 1991 no vio la luz el trabajo del sacerdote donostiarra Felipe García Dueñas, en el que se confirma el lugar de nacimiento del primero de los toreros de nuestra Moderna Tauromaquia ya con cara, gracias a Goya, y biografía, gracias al cura de San Sebastián. Y yo descansé.
Otro tema que me preocupó fue el del libro “Matador” del norteamericano Barnaby Conrad que hacía de la figura de “Manolete” una piltrafa humana. Y lo malo no fue sólo el libro, sino que, muchos años después, sirvió de base para la nefasta película de Penélope Cruz. Menos mal que José Vicente Puente lo hizo “Arcángel”. Y cien o mil poetas cantaron las virtudes del último “Califa” de la dinastía senequista. Hasta San Juan de la Cruz le habría cantado: “En una noche escura/en ansias de amores inflamada/ oh dichosa ventura/salí sin ser notada/ están ya mi casa sosegada”.
Muchas cosas más en esa década y una historia de la Tauromaquia mexicana que hace unas fechas me elogió un investigador de aquellas tierras. En 1964 tuve la suerte de pasar unos cuantos meses en México y cultivar mis anhelos con otros abonos, semillas y aguas. Buena cosecha. Amplié mis horizontes.
En los 60 del siglo pasado me decidí a fundar “Fiesta Española” porque había llegado a “El Ruedo” Abad Ojuel y porque en muchos de los medios de información de entonces había que pagar el espacio para poder hablar o escribir del tema. Eran los restos del “sobre” propiciado por algunas empresas y cultivado por algunos escritores que tenían que peregrinar la temporada entera para sobrevivir. Luego se inventaron los conciertos financieros que engrosaron la fortuna de unos pocos. Siete años de “Fiesta” en pelea desigual contra la Iglesia, “Dígame”, y el Movimiento, “El Ruedo”, y, cuando ya no pude más, cerré el quiosco y me coloqué en “El Alcazar” de chico para todo puesto que en esta etapa hice crítica taurina, reportajes, secuestros de la ETA, diagramación, platina y cierre. Fui jefe de la sección de Nacional y resultó esta etapa la más periodística de mi carrera como tal. Llegó “El Chino”, me mando al archivo y yo me fui a Zaragoza como redactor-jefe de “Aragón exprés”. Algo más de un año, elecciones a los ayuntamientos, 1979, yo que me presento, dirijo el Gabinete de Información de la DPZ, hago las oposiciones y en 1996, a la fuerza, mi jubilación. Buena etapa con colaboraciones en “Hoja del Lunes”, “Diario 16”, “El Día”, diversas publicaciones como “Casta Brava Aragonesa”, “Amores y desamores toreros”, “El regreso a Zaragoza de don Francisco el de los toros”, la plaza de toros de Zaragoza y la de Ejea, catálogos de diversas exposiciones de las que fui comisario, colaboración en el anuario de la Asociación de la Prensa de Madrid, en la Agenda Taurina de Vidal Pérez Herrero, folletos de las Feria Taurinas del Pilar y muchos otros trabajos sobre estudios taurinos. He escrito mucho. Últimamente me ha abierto sus brazos José Luis Ramón en 6TOROS6 y así, pese a todos mis achaques y defectos, puedo decir que soy un emérito en activo. Y un ratico más, Dios mío, que estoy muy a gusto.    

miércoles, 31 de octubre de 2018

A VISTA DE PÁJARO





PANORÁMICA DE UNA FERIA DEL PILAR SORPRENDENTE

Por BENJAMÍN BENTURA REMACHA

Han pasado unos cuantos días desde que la calle zaragozana de Pignatelli, al costado del coso taurino de don  Ramón, se quedó vacía de gente y sembrada de vasos de plástico y papeles manchados de aceite de la freidora de churros. Todavía resonaban en el ambiente las voces del pueblo en honor del héroe elegido: ”Illa, illa, illa, Padilla maravilla”. El pueblo siempre tiene razón aunque se equivoque. A pie se había ido de la hirviente caldera neo-mudéjar y retumbante su cubierta de teflón por las palabras del jerezano, otro torero, extremeño él, sin decir media palabra. A los pocos minutos repiquetearon los modernos medios de comunicación para anunciarnos que Alejandro Talavante también se desprendía de la castañeta que simboliza la trenzada coleta de los tiempos en que los toreros se dejaban crecer el pelo por la nuca, cómo ahora hacen los populistas. Nada nuevo bajo el Sol.
Talavante traía en su alma el disgusto del invento otoñal y madrileño del bombo de los carteles y Zaragoza le ofrecía el desquite que saborearon los paladares exquisitos que perciben los impagables matices de esas exquisiteces. Porque Talavante no es torero de planes o destajos. Es torero por sentimientos e inspiraciones. Estuvo inspirado con sus dos toros de Núñez del Cubillo, en tarde en la que el ganadero gaditano de los Pueblos Blancos cerró la Feria del Pilar con una corrida sensacional y  el broche de platino con brillantes y rubíes del cuarto de la tarde, “Tortolito”, el del adiós hispano de Juan José Padilla. Talavante cortó una oreja en el tercero y pudo hacerlo por partida doble en el sexto, pero cuatro golpes de verduguillo evaporaron tan justo remate. Cuatro golpes de verduguillo que despertaron los resquemores de don Alejandro el Grande, si no es que sufre alguna descompensación de la presión emocional por razones de índole profesional. José Mari Manzanares, otro de los que hubiera salido a hombros por la Puerta Grande si el presidente hubiera accedido a la petición del público en el segundo toro de la tarde. Oreja  y oreja y salida a pie para dejar el disfrute enloquecido en las manos del despechugado pirata que siempre se desabrochaba el torero chaleco en el final de sus actuaciones, cómo hay toreros que habitualmente se descalzan, con lo que una cosa y otra significan: un desdoro importante de  la necesaria elegancia del arte de torear.
Julián López “El Juli” cortó dos orejas – una del toro de Núñez del Cuvillo y otra del primer sobrero del de “El Pilar” – y pudo hacerlo en la lidia del santacolomeño de “Los Maños” y por partida doble en el quinto de “Garcigrande”. En aquel pinchó cinco veces antes de lograr la estocada y en este dos veces antes de descabellar al cuarto intento. Solo por esta circunstancia del fallo estoqueador de un torero que, aunque no pasa por ortodoxo matador, sí se le considera certero, cómo lo demostró cuando menos falta le hacía, en los dos últimos toros de la tarde. Hubo otra circunstancia determinante, la de que el primer toro de la tarde, de “Garcigrande”, se partiera un pitón al derrotar en un burladero y fuera devuelto a los corrales y lo mismo ocurriera con  el de “Parladé” lesionado en la pata izquierda, sustituidos ambos por los sobreros de “El Pilar” y que no entrara en liza el anunciado de “Alcurrucén”, que dicen no pasó el reconocimiento veterinario. Corrida goyesca, quites variados con los más distinguidos de las “lopecinas” en el tercero y “chicuelinas” en el sexto y cuatro faenas dignas de premio dan el balance positivo que no pudo contabilizar el de Velilla de San Antonio por el mencionado defectuoso manejo del estoque. Nunca le echo la culpa a la espada.
Y la moviola en su repaso retrospectivo nos lleva al día de la Virgen, fiesta de la Hispanidad y la banda de música de Ejea de los Caballeros, que había hecho el despejo del ruedo a los sones del pasodoble “La Gracia de Dios”, antes de romper filas el paseíllo torero iniciaron los sones del Himno Nacional, que el público que casi llenaba la plaza acompañó con ovaciones prolongadas a una que se dedicó a dos aficionados catalanes que desplegaron carteles con alusiones a su condición torera. En el primer toro de “Puerto de San Lorenzo” se pidió la oreja para premiar la labor de Enrique Ponce. No accedió la presidencia que en el sexto toro, con idéntica intensidad rogatoria pidió el trofeo para Miguel Ángel Perera y se le concedió. Llovía sobre mojado. El cuarto era un manso sin aparente peligro, pero con unos deseos irrefrenables de huir, de marcharse de las suertes y no quererse someter al mando de la muleta de seda y acero del de Chiva. Ahí estuvo el quid de la cuestión, en buscarle las vueltas a “Garavitillo”, ligar y, al final, ampararse en las tablas y la querencia para  terminar con el personal colofón de las poncinas llenas de flexibilidad, armonía y dominio de la situación. Estocada. El presidente dijo que algo trasera. ¿Suficiente argumento para negar lo que la plaza pedía con rotundidad? Cosa parecida la ocurrió a Ferrera con los toros de Adolfo Martín. Tengo una duda: ¿fue esta la mejor corrida que ha lidiado este año el ganadero de Galapagar trasladado como su fraterno Victorino a tierras extremeñas? No lo sé. Pero ¿hubiera lucido en otras manos como lo hizo las de Antonio Ferrera? No es el primer caso de un torero que empieza su carrera revoltoso y áspero y luego se asienta y aseda su conducta. Con sus dos “adolfos” estuvo magistral e inspirado con capote y muleta y no se le concedieron las dos orejas que se pidieron en su primero y la solitaria con la que el público quería valorar su segunda lección torera. Perera no se encontró con ninguno de sus dos toros y Paul Abadía “Serranito”, de Zaragoza y  ocupando el puesto de Fortes, se desinfló con el tercero de la tarde y con el sexto se esfumaron sus ilusiones.
Con la corrida de los Matilla (García Jiménez, Olga Jiménez y “Peña de Francia”) del día 10 se completó el fundamento de esta Feria del Pilar. De ese miércoles al domingo, 14 de octubre, cinco corridas de toros con interesantes divisas y toreros de primera fila. Sendas orejas para “El Fandi” y López Simón, con petición de una más para el de Granada que así hubiera salido a hombros por la Puerta Grande, la ya referida gran actuación de Antonio Ferrera en la de Adolfo Martín, premio de una oreja y petición pública de otra más, lo que habría supuesto una nueva salida a hombros, extraordinario el “viejo” Ponce con sus dos toros de Puerto de San Lorenzo, uno correcto y otro muy manso que sólo quería huir, se le pidió una oreja del primero y una más de la concedida en el cuarto, otra salida a hombros, mala suerte la de Julián López “El Juli” por la lesión del toro  primero de “Garcigrande” que se partió un pitón al derrotar en un burladero y del sexto de “Parladé” que se lastimó la pata izquierda. El de Velilla de San Antonio cortó sendas orejas del primero y del tercero pero no acertó con el segundo de “Los Maños” y el cuarto de “Puerto de San Lorenzo. Lo repito para que quede más claro. En este hubiera caído el doblete peludo que abre el portón de los triunfos tras el paseo a hombros por el ruedo y la salida bajó la escultura de don Francisco de Goya, que está ahí aunque se le note poco. Y en la última corrida, la esperada salida a hombros del Pirata del parche en el ojo y el pañuelo a la cabeza y la posible de José María Manzanares, para el que se pidió el segundo trofeo del segundo toro de la buena corrida de Núñez del Cuvillo.
Se cortaron 25 orejas, hubo una petición de rabo para Diego Ventura, salieron a hombros cuatro toreros, el novillero Adrián Salenc, el torero de a caballo Diego Ventura y los matadores de toros Álvaro Lorenzo, que me han dicho que vuelve a la casa de los Lozano, y Juan José Padilla. Pudieron hacerlo también Alberto Álvarez, David Fandila “El Fandi”, Antonio Ferrera, Enrique Ponce y José María Manzanares. Nueve salidas a hombros en 12 festejos hubiera sido un record histórico que se merecían Jesús Mena y su asesor taurino Julio Fontecha, riojano con la mejor cuadra de caballos hace unos años, que han velado sus armas empresariales durante una década en la plaza de toros de Ejea de los Caballeros, lugar importante en la historia del toreo, con el primer torero con rostro y biografía e importantes ganaderías del siglo XVIII. No negaré que Jesús y Julio son amigos míos y a uno le gusta que los amigos triunfen. Y me alegro otro tanto por lo que este significa para la plaza de toros de Zaragoza, plaza de primera categoría, la segunda de España por solera, la primera por adaptación a las exigencias de los tiempos modernos.   

sábado, 29 de septiembre de 2018

HABLA MORANTE DE LA PUEBLA



Lorena Muñoz, a quién no tengo el placer de conocer, le ha hecho una entrevista a Morante en Sevilla para el diario ABC y, tras explicarle las circunstancias de su actuación remate de temporada en Sevilla, le hace unas puntualizaciones que creo interesantes y, aunque me expongo al corto y pego de los políticos de hoy en día, mi conciencia franciscana me empuja al fiel reflejo de la dicho por José Antonio el de la Puebla, hombre con acusada personalidad e inspirado en estampas antiguas (Francisco Montes “Paquiro”), evocaciones gloriosas (admiración por “Joselito”) y afanes renovadores (no tiene sentido que los veterinarios digan si un toro es apto morfológicamente para la lidia). Pero plantea temas que a mí se me han presentado en muchas ocasiones cuando presencio una corrida televisada. Una que se apoya en una afirmación de Rafael de Paula, que hablaba poco pero que acierta: “El Espíritu Santo no sale en la televisión”. Recuerdo, entre otras, una actuación de Antonio Ordóñez con los de Pablo Romero en Las Ventas. Me lo pusieron un día por la tele y me dije “No, esto no es lo que yo vi aquel día”. El ambiente de la plaza no se puede recrear en un bar y, menos, en el salón de tu casa. Y lo que añade Morante de su cosecha: “No me gusta la forma de transmitir las corridas. Los comentaristas deberían mantener más silencio. Hoy en día se quiere explicar todo y el toreo no tiene explicación, es un sentimiento”. ¡Olé! Manes de Matías Prats y sus relatos radiofónicos. Entonces la palabra nos forjaba la imagen, el clima, el ambiente. Don Matías tenía una memoria prodigiosa y ponía en escena a centenares de personajes del mundo del toro, sus parientes y protagonistas. Pero en la televisión tú estás viendo que sale el toro, que lo torea el matador o el banderillero, que se queda corto o que derrota … Sobran explicaciones. Parece que los explicadores cobrasen como los anuncios por palabras. Una orientación, un leve comentario, nunca una explicación exhaustiva o reflejo de los sentimientos del que habla. El sentimiento se transmite directamente entre el que lo tiene y lo manifiesta y el que lo percibe.
Piensa José Antonio el de la Puebla hacer cosas nuevas en su actuación en Sevilla, cosas que tiene ensayadas en el campo y toreando de salón. asegura que le inquietan los silencios de la Maestranza. “Hay compañeros que dicen que el silencio de Sevilla es lo que más les preocupa. Y llevan razón”. Ay de aquel torero que tenga una mala tarde en  Sevilla y no escuche nada. Ya se puede ir a los “arbañiles” o apuntarse a un master. “Curro, ya llegará el verano”. Y el verano llegaba.
Para remate de la entrevista comenta lo de su apoderado de este año, Manolo Lozano, hermano de los Lozano de Madrid y la ganadería de Alcurrucén, matador de toros un día 4 de octubre de 1970, de manos de Manuel Benítez “El Cordobés”, en la plaza de Tánger. “He aprendido mucho con él, es un aficionado y un taurino como no quedan, muy romántico, pero a final de año el apoderamiento se acaba”. A Morante no le han durado mucho sus apoderados. Recuerdo que de novillero estuvo en manos de Miguel Flores, apodado “El Camborio” en una etapa de su paso por la novillería andante, poeta y rapsoda, que apenas estuvo una temporada a su lado. Menos mal que un día, en Las Ventas, Morante le brindó un toro y a Miguel se le olvidaron todos los males. Otro año le acompañó Rafael de Paula y hasta se fumó algún habano con el mexicano Rodolfo Rodríguez “El Pana”. Pocos compromisos. Mucho sentimiento. Y luego dice cosas que te hacen pensar en los misterios de este arte. Por eso lo atacan algunos, porque no lo entienden. 

domingo, 23 de septiembre de 2018

TOROS EN ZARAGOZA (II)




La primera corrida de toros de esta Feria del Pilar de 2018 es el día 6 de octubre y con toros de Montalvo. María Montalvo de Pérez Tabernero, don Antonio, ganadería que pasó a  manos de su hijo Juan Mari y luego a su nieto Juan Ignacio, actual propietario que ha luchado lo indecible para recuperar la buena fama de sus antecesores y con cruces con reses de Juan Pedro Domecq, Zalduendo y Daniel Ruiz ha conseguido entrar en el gran mercado del toro bravo. Y esta corrida servirá para el adiós del francés Juan Bautista aunque anuncie que al año que viene actuará en la corrida goyesca de Arlés. Zaragoza es plaza propicia para las despedidas y lo fue principalmente de los dos primeros Califas del toreo, de Rafael Molina “Lagartijo” en una de sus cinco corridas en solitario (Madrid, Valencia, Zaragoza, Barcelona y Bilbao) y la de Rafael Guerra “Guerrita”, al final del siglo XIX cuando sentenció “No me voy, me echan”. Eran otros tiempos. A Bautista le acompañan en el cartel el extremeño José Garrido y el toledano Álvaro Lorenzo, que en Ejea de los Caballeros ha reconfortado mi rincón del alma donde guardo mi incensario artístico. Pepe Luis, don Antonio, Curro, Rafael o el de la Puebla. Muchos más, pero no quiero alargarme. Y que conste que desde otros lugares me han llegado rumores de que Lorenzo puede ser “el mesías del pellizco”. ¡Ojalá así sea!
El día 8 de octubre, toros de El Pilar, Alicio Cobaleda a su hija Eusebia, esposa de García Fonseca, a su hijo José Luis García Cobaleda y venta a Moises y Pilar Fraile que añadieron vacas y sementales de Matías Bernardos, más conocido por “El Raboso”. Y con estos toros, tres aragoneses: Ricardo Torres, Alberto Álvarez e Imanol Sánchez. Puede que las dificultades de su encaje en los diversos carteles haya propiciado este ensayo de los empresarios a la espera del favor de sus paisanos. Así sea.
El día 10 de octubre, toros de los hermanos García Jiménez y su madre, Olga Jiménez, los Matilla de este mundillo torero, procedencia de Jandilla, para David Fandila “El Fandi”, todo terreno, López Simón y otro artista ya confirmado a nivel nacional, Ginés Marín. El día 11, toros de Adolfo Martín, del mismo origen que los de Victorino, Escudero Calvo, los saltillos de Albaserrada, para el depurado Antonio Ferrera, Miguel Ángel Perera y Jiménez Fortes, hijo de la torera malagueña del mismo apellido y con una probada valentía y acreditada mejora técnica. De casta le viene al galgo.
Antes, hasta los años 50 del siglo pasado, no había corrida el día 12, el de la Virgen del Pilar. Se dedicaba a la celebración religiosa y familiar. Hoy “hay gente pa´ to” Y desde luego el cartel de este día lo merece. La conjunción de dos excelentes ganaderos del pasado, Lisardo Sánchez, de Botoa, y Atanasio Fernández, Salamanca (favorito de don Antonio Ordóñez, con cuyos productos creó su ganadería). Son los toros de Puerto de San Lorenzo.  A estos toros enfrentarán, es un decir, el toro no es el enemigo del torero, Enrique Ponce, que tiene bien probada su maestría y su pervivencia en la cumbre, único caso en la Historia del Toreo, Diego Urdiales, bendecido por el pontífice de Camas, y la repetición de Miguel Ángel Perera, el único diestro que repite actuación en esta Feria.
El día 13, Julián López “El Juli” en su decimocuarto paseíllo en solitario, segundo en la plaza de Zaragoza. El anterior fue el 11 de octubre de 2003  y como en casi todas sus tardes como único matador lidió seis toros de distintas ganaderías y cortó cuatro orejas, dos en un toro y salió a hombros. En esta ocasión repite sólo con la divisa de Parladé, suma un toro de Nuñez del Cuvillo, otro de Puerto de San Lorenzo, uno de sus favoritos de Garcigrande y dos novedades, Alcurrucén, en una gran temporada, y, sobre todo, un toro de Los Maños, el de los santacolomas de Mayoral, prueba importante para los ganaderos de Luesia porque importante es que un torero de la alcurnia de Julián mida sus fuerzas con un producto de su casa. Y que el toro dé el trapío que a muchos de su casta les falta. En aquellos tiempos, en esos en los que sueño grandezas de las ganaderías aragonesas, a nuestros toros les ponían esas pegas de  tener poco presencia, finos de cabos, enjutos pero revoltosos y picantes. Eso se dice de los de Santa Coloma, a los que entendía a las mil maravillas un torero de época, Paco Camino. Torero con el capote, torero con la muleta y uno de los mejores con la espada. ¿El otro? Rafael Ortega, de la Isla de San Fernando. A estas alturas pretendo pasar por un buen aficionado y estoy de acuerdo que ese, el buen aficionado, es al que le caben más toreros en su cabeza.
Bueno, bueno … Para remate de la feria se preparan seis toros de Núñez del Cuvillo (Osborne Domecq, Salayero y Bandrés y Juan Pedro) para El Pirata que nació una ¿aciaga? tarde zaragozana, Juan José Padilla arropado por dos figuras de la categoría de José Mari Manzanares y Alejandro Talavante, dos toreros importantes que pondrán remate de oro a una temporada no muy propicia. Dicen que lo afirmaba Guerrita: “No es lo bien empezao, sí lo bien arrematao”. Media verónica y me escondo en el burladero para disimular que no tengo fuerzas para más. Suerte, toreros, ganaderos, empresarios y espectadores. Hay toros en las fiestas del Pilar. ¡Alabado sea el Señor! Hace poco leí que un señor no creía en Dios porque las moscas volaban y él no. Y yo creo, entre otras razones, porque Dios no me hizo mosca.

TOROS EN ZARAGOZA (I)




La cosa estaba muy complicada: la  burocracia y  los egoísmos estuvieron a punto de celebrar con los anti-taurinos el centenario de la “gripe española” que dejó sin festejos a la plaza que construyó don Ramón Pignatelli y que ese año de 1918 iba a verse embellecida y aumentada de capacidad por el arquitecto Miguel Ángel Navarro y por la fuerza popular del enfrentamiento novilleril entre Herrerín y Ballesteros, que no pudieron conocer el coso remozado puesto que Herrerín murió en una novillada en San Roque, Cádiz, y Ballesteros en una corrida en Madrid, al año siguiente de tomar la alternativa en la capital de España. Hoy la tragedia se convertía en farsa burlesca y los animalistas se relamían de gusto a las puertas y verjas de la plaza cerradas con cerrojos y candados. Se solucionó el tema con la lógica solución judicial de permitir a los empresarios designados llevar a cabo su función de tales empresarios. Unos empresarios que pensarían que, dada la premura del acontecimiento, la dificultad innata de feria de final de temporada y que las cornadas donde más duelen es en la cartera (Domingo Dominguín, padre) hubieran procurado organizar una alambicada feria a la antigua usanza, con tres o cuatro festejos y la crema de la torería andante. Algo de altruismo y añejo romanticismo habrá que adjudicarles a los señores Mena, Fontecha y su avalador Zúñiga puesto que han montado un abono de temporada con una docena de festejos (8 corridas de toros, 1 de rejones y 3 novilladas) en dos semanas, las que van del 29 de septiembre al 14 de octubre. Los dos festejos septembrinos y sanmigueleros, novillada y corrida-concurso de ganaderías, dos últimos días de este mes; la Feria del Pilar, del 5 de octubre a ese 14 final.
En la primera novillada se lidiaran reses de Aurelio Hernando, de Colmenar Viejo, la tierra de los toros de Martínez, predilectos de José Gómez “Gallito”, de Luis Fernández Salcedo, el mejor y más pródigo panegirista del toro bravo, “Los Cuentos del Viejo Mayoral”, de los hermanos Bollaín, Adolfo, “Litri, no; Aparicio, si”, y el más belmontista de los belmontistas que en el Mundo han sido, Luis, notario en Sevilla y Aleas, ganadero famoso y secretario de la Unión Nacional de Ganaderos de Reses Bravas. Y Agapito García “Serranito”, matador de toros en los años 60 del siglo pasado. El ganadero Hernando está por los toros veragüeños  en su finca de Colmenar y Sota del Real y se dan con asiduidad animales jaboneros, entrepelados o berrendos. A la de Veragua le añadió sangre de Juan Pedro Domecq, que todo el mundo sabe que tiene por hierro la V cornada del Sr. Duque de Veragua. A esos novillos de tan distinguida alcurnia se enfrentarán Miguel Cuartero, aragonés de Zaragoza, una década en el escalafón de novilleros con picadores, el madrileño Rafael González y el salmantino David Salvador, de La Fuente de San Esteban, paisano de Paco Pallarés. Puede, no estoy seguro, que esta novillada picada sea la primera que se celebra este año en territorio aragonés. Una pena. La corrida del día 30 de septiembre es la del concurso de ganaderías, con los siguientes hierros: el de Manuela Agustina López Flores, de la casta jijona, madre del también ganadero Samuel Flores; Prieto de la Cal, más de Veragua; Benítez Cubero, de Marchena, Sevilla, Vistahermosa del cura Hidalgo; Peñajara, de Baltasar Ibán, que acaba lidiar una brava corrida en Arlés; San Martín, de los santacolomas del mexicano José Chafick y el de Pedraja de Yeltes, Villar de Salustiano Galache y Caridad Cobaleda. Variedad de encastes, plaza pintada como una pista de baloncesto y tres toreros que suenan por sus virtudes y por su entrega de cada día: Octavio Chacón y los sevillanos Manuel Escribano y Pepe Moral.
El día 5 de octubre empieza el Pilar con otro novillada, esta de Los Maños, los nacidos de los santacolomas de Mayoral y ganada su antigüedad en Madrid hace unos días. Los lidiaran en festejo internacional el portugués Joao Silva “Juanito”, el francés Adrián Salenc, de Nimes, y el español Alejandro Mora, sobrino de Juan Mora y nieto de “Mirabeleño”, torero de los 50 del siglo pasado, ganadero y empresario. Y la tercera novillada tendrá lugar el 9 de octubre, dentro del ciclo pilarista, con novillos de El Parralejo, divisa puesta de moda en San Sebastián  y Bilbao y origen de Jandilla y Fuente Ymbro, con el madrileño Pablo Mora, triunfador de las nocturnas de Las Ventas, el madrileño Francisco Manuel, hijo del venezolano Manuel Fuentes, matador de toros y subalterno que se quedó a vivir en España hace cuarenta años, que ha ganado estos días los galardones al triunfador en Villaseca de la Sagra y Arganda del Rey, y el salmantino Manuel Francisco Sánchez, que se anuncia en los carteles como Francisco Diosleguarde, que es como se conocía en otros tiempos su pueblo natal de la diócesis de Ciudad Rodrigo, Dios le Guarde. Luego está la corrida de rejones del día 7 de octubre, en la que es de notar la ausencia de Pablo Hermoso de Mendoza y la presencia de Diego Ventura, el primer rejoneador que corta un rabo en Madrid, y al que acompañan el portugués Rui Fernandes y el alicantino Andy Cartagena. Los toros, de los Herederos de Ángel Sánchez y Sánchez, sucesores de los Coquilla y los Sepúlveda de Sánchez Fabrés, de Salamanca.

UN TORO DE BANDERA (UN TORERO CON FUTURO)




En una plaza de tercera, 2 de septiembre, aunque por sus antecedentes ganaderos podía ser de primera, en Ejea de los Caballeros, cabecera de Las Cinco Villas de Aragón, surgió el acontecimiento. No hubo sorpresa porque en estos tiempos estamos acostumbrados a los éxitos bravos de los productos de “Alcurrucén”. Fue una corrida pareja con la excepción de la cortedad de pitones del primero de la tarde y el pelo berrendo en colorado del sexto. El resto, negros. Pero es que, además, ese sexto fue un ejemplo de mansedumbre frente a las nobles embestidas de los moritos, con algunas pegas del descarado quinto toro en la faena de muleta de López Simón, el descalzo de cada tarde. También se descalzaron, y en Ronda nada menos, Morante y Cayetano. Es como si una modelo saliera a posar o a un desfile de modelos con los bigudíes puestos. El toreo tiene su estética y unos zapatos buenos y limpios pueden mejorar un vestido deficiente. “La Chunga” era otra cosa. Total, cuatro “alcurrucenes” puestos a embestir. Pero el tercero, “Pocohambre”, tuvo la suerte de que le correspondiera a Álvaro Lorenzo, el toledano que ilusionó a los madrileños de Las Ventas y que nos volvió locos a los ejeanos desde el primer lance a la estocada. Yo agité mi pañuelo pidiendo el rabo del noble animal para este torero, que está llamado a mantener el fuego sagrado del arte de lidiar a un toro. Pero el presidente, un “aficionado de prestigio” elegido por el Ayuntamiento, decidió sacar sólo el pañuelo de los espectadores, que protestaron violentamente la decisión del usía. Tampoco hubiera estado de más ordenar la vuelta al ruedo de “Pocohambre”. Una oreja del segundo toro fue también para López Simón y el lugareño Alberto Álvarez se tuvo que conformar con los aplausos de sus paisanos ante sus buenos deseos y férrea voluntad. Son ya muchos años, pocas ocasiones y ninguna oportunidad más allá de nuestras fronteras aragonesas. Y el toreo es universal. La empresa de Ejea, Mena y Fontecha, que es también mayoritaria de la de Zaragoza, incluye en la próxima Feria del Pilar una corrida con diestros aragoneses. Veremos cómo responden los “sufridores” zaragozanos, que también soportarán una corrida concurso de ganaderías y la despedida de Juan José Padilla. Espero que ese día “el Pirata” se ponga fajín y se abroche el chaleco de luces. Valle Inclán le dijo Belmonte que, para su mayor gloria, sólo le faltaba morir en la plaza. “Se hará lo que se pueda, don Ramón”, le contestó el de la sevillana calle de Feria. Con la misma intención yo le sugiero al jerezano, ante la profusión de banderas piratas en sus actuaciones, que se deje pegar una cornada en una pierna para que le tengan que poner una de palo. Más pirata, imposible, incluido el pañuelo negro en la cabeza.
La segunda corrida de la Feria ejeana de la Oliva, 4 de septiembre, fue un festejo de rejones con toros franceses de Hermanos Gallón, bien presentados y no demasiado mutilados de pitones. Espectacular y entusiasta Andy Cartagena, que cortó tres orejas y salió a hombros, Sergio Domínguez falló con el rejón de muerte y Diego Ventura, oreja y oreja, sensacional en toda su lidia y, en especial, en el quinto toro con los tordos “Lío” y “Fino”, con sus galleos en la cara del toro, en los que los caballos no pierden de vista al oponente y alternativamente ofrecen su cabeza o las ancas en eso que don Rafael el Gallo ejecutaba a pie con primor. Lo mismo, pero desde las monturas. Dificil. Quiebros sin desplazarse, piruetas en la misma cara del toro sin carreras ni galopadas y sin pausas. En ese quinto toro pudo Ventura cortar los máximos trofeos, pero el rejón de muerte le quedó contrario, al pico de la paletilla del astado,  y el trance final tuvo la pega del vómito sangriento. Sensibilidad a la francesa. A pesar de lo de la Guerra de la Independencia, caballeros franceses ayudaron a los ejeanos en la Reconquista. “Sea de los Caballeros”. La Berné, una finca ejeano - gala.
En el tercer festejo de la Feria ejeana, 7 de septiembre, se lidiaron toros de Bañuelos, cinco dijes y un inválido, el segundo. Este le correspondió a Sebastián Castella, que, aunque tiene cara de jovenzano, es ya un torero con historia. No pudo hacer nada con ese toro y en el quinto inició su faena con unos templados y largos muletazos por bajo y siguió con ambas manos en ese buen aire y contundencia, por delante y por detrás, con los que el galo recriado en Sevilla ha recorrido los ruedos de España, Francia y América. Tan modoso él, tan sin estridencias ni malos gestos. Mató de una estocada de perfecta ejecución y algo perpendicular y el de Bañuelos, castaño, tocado arriba de pitones, tardó en doblar y el premio se redujo a una sola oreja. A David Fandila “El Fandi” ya lo conocen ustedes. Ha dado más de cien vueltas a la península Ibérica y siempre lo mismo. Apañado con el capote, espectacular, poderoso y, aunque un poco estebado, con piernas de hierro, recorre todo el ruedo en dos pares al cuarteo y remata con un par de banderillas “al violín”, no sé si con un arpón o dos y un par de palos que quedan sobre el morrillo del toro en el espacio de “una perra chica”, de esas que había cuando la peseta se dividía en céntimos. Y a la muleta. ¡Ay, madre mía! Voluntad, ganas de agradar, desplantes y la euforia congelada tras los entusiasmos primeros. Sendas orejas en sus dos “Bañuelos”, que no le sirvieron para salir a hombros porque en Aragón somos “más papistas que el Santo Padre”. Aquí las dos orejas hay que cortárselas a un solo toro. Y ponerles a todos los cornúpetos banderillas con los colores de la bandera de Aragón, que algunos, muchos, llaman señera o estelada. Ahí queda eso.
El que salió a hombros por la Puerta Grande fue el toledano Álvaro Lorenzo. Vino a Ejea otra vez porque no pudo hacerlo el anunciado Cayetano por su fractura de costillas, que es mal que necesita más de un mes de convalecencia. En la primera corrida, Álvaro  no salió a hombros porque el presidente del festejo no quiso. El gentío, media plaza en los tres festejos, se quedó con la copla y en esta corrida de los de Bañuelos consiguieron que el de Toledo coronase triunfador la cima de la más alta montaña de la provincia de Zaragoza, el Moncayo. A mi es que me dicen Toledo y me acuerdo de Bahamontes, que llegaba a lo más alto y se paraba a tomarse un helado y esperar a los otros ciclistas. Este Álvaro es torero de altas miras. Tiene la figura precisa, estatura media, ni alto ni bajo, armonía, buen gusto, inspiración y duende. Su primer toro de esta tarde se acobardó al final de la faena y buscó las tablas. Naturalmente, lo mató en la suerte contraria, lo que parece un contrasentido y no lo es porque, al vaciarlo con la muleta, el toro tiende a ir hacia los adentros y el estoqueador hacia las afueras. Antes se hablaba mucho de matar “al hilo de las tablas” y hasta “Don Ventura” escribió un libro de numerosas efemérides toreras con ese título. Estocada de rápido y efecto y las dos orejas necesarias para salir a hombros de la plaza. Y aún  cortó un trofeo más en el sexto después de un pinchazo y una estocada. Veremos a Álvaro Lorenzo de la Feria del Pilar en una corrida de Montalvo, de los muchos y famosos Pérez que en Salamanca han sido, Juan Mari, por ejemplo, y con la despedida no anunciada del francés Juan Bautista, que en Arles organiza un gran espectáculo taurino-pictórico-musical en la Feria del Arroz y con la orquesta de Chicuelo II ¿y la trompeta del mexicano Flores? Pasa una charanga por mi calle de Ejea a los sones de un corrido charro. Música, toros y caballos. Y una nueva estrella en el horizonte torero, Álvaro Lorenzo, paisano también de don Domingo López Ortega. Distintos duendes, distintos laureles coronan sus testas toreras.                          Tiempo, al tiempo …
N. B.:
Y a mal tiempo, buena cara. Se enfadaron los que se llaman “informadores taurinos” porque se divulgaron carteles de la próxima macro-feria de Zaragoza y anunciaron un boicot contra la empresa que ha tomado en sus manos tan alta responsabilidad, la de organizar doce festejos taurinos entre el 29 de septiembre y el 14 de octubre, ocho corridas de toros, una de rejones y tres novilladas, un año en el que estábamos amenazados de no contar con esta más que centenaria celebración. Plaza tenemos desde 1764. Y hace cien años, 1918, no hubo feria taurina en el coso de Pignatelli por culpa de la llamada “gripe española”. Hubo otros años con otros problemas, la guerra, el suicidio de uno de los empresarios, la falta de aspirantes a la mano de nuestra belleza arquitectónica, pero por cuestiones burocráticas no había ocurrido nunca. ¿De quién era la culpa? No es el momento de buscar culpables. El caso es que la empresa formada por Jesús Mena y Julio Fontecha y avalada por la antigüedad de Carlos Zúñiga ha cogido el toro por los cuernos y nos ofrece doce festejos básicos en algo más de quince días. Una gran apuesta económica y profesional. Festejos populares con la empresa de Jesús Arruga y una compleja organización para mantener en funcionamiento la gran maquinaria.           ¿Creen que es el momento adecuado para un boicot informativo? Pienso que todo lo contrario. Es el momento de unir fuerzas y voluntades para que las gentes vayan a la plaza aunque les estén esperando en El Portillo los antis. Queden el orgullo y las malas caras para otro momento. La Zaragoza de los toros se la juega de verdad. Piensen se alguien puramente profesional se la hubiera jugado tan fuerte.       

viernes, 29 de junio de 2018

DE LA FELONÍA (y otras alegrías y tristezas)




Taurina y antitaurina. Y tomo el término felón en su acepción de lo feo. Me ha parecido muy feo eso del alcalde de Pamplona de mantener los encierros de las 6 de la mañana de Dios y las ocho del Gobierno y suprimir las corridas de la tarde, una chiquillada o jaimitada, un follón, quinta acepción de la R.A.E., pero con mucho ruido. Eso es lo que quiere el edil con chaqué y chistera. Algo parecido a lo que ocurre con los de “la manada” cuando acuden a la comisaría sevillana. El público quiere ver a los sentenciados. Antes se amontonaban en la plaza de su ciudad para presenciar el buen afilado de la guillotina. Y “las manadas” se multiplican. Y las tontadas se hacen “virales”, algo que tiene algo que ver con los virus. El virus sostenible o los chicos y las chicas para no emplear el simple genérico. Dejo al margen lo del alcalde de Pamplona y me encuentro con las declaraciones de la marquesa de Seoane, viuda y madre de Prieto de la Cal, ganadería de San Juan del Puerto, Huelva, procedencia del Duque de Veragua y casta vazqueña, toros canos como la amplia cabellera de la señora marquesa doña Mercedes, que en unas declaraciones en “El Mundo” dijo lo siguiente: “Los toreros de hoy son figuras, pero de mazapán y de pitimini”. Y suspiró como musitando “ahí queda eso”. ¿Cambiaría su opinión si los toreros pidieran lidiar los bellos toros de su hijo?
Y cambiamos de personaje aunque no de argumento. Se trata de Ignacio Ruiz-Quintano, columnista de la contraportada de ABC. Le admiro por su prodigiosa memoria o, en su caso, por su magnífica documentación. Se sabe y cuenta todo lo que han  dicho los sabios que en el mundo han sido y son. ABC es mi periódico de cabecera porque, a nivel nacional, es el que más información taurina me aporta. Quiero entrañablemente a Amorós por él mismo y por su padre, el notario con el que firmé la escritura de mi vivienda de la Ciudad de los Periodistas de Madrid. Además, en ABC suelen reproducir a menudo viejas portadas dedicadas a la fiesta de los toros, actuaciones de Mazzantini, “Machaquito” o Pastor, éxitos, cogidas o cualquier otro acontecimiento relacionando con los toros. Un día de finales del mes de junio de este año de 2018, Ruiz-Quintano firmó una columna que en el penúltimo párrafo decía esto: “Con esto quiero decir que Messi, “futbolista de mazapán, capullito de alhelí y rosa de pitiminí”, COMO LAS ACTUALES FIGURAS DEL TOREO, no es digno (de momento) ni de desatarle a Maradona la correo de su sandalia”. Al día siguiente casi se muere Maradona. Y Ruiz-Quintano creo que dice que es madridista y aficionado a los toros. Dios nos libre de los “fans” y aficionados acérrimos.
Desde Zaragoza, si me olvido del arriendo de su impar plaza de toros, siglo XVIII, portada neo-mudéjar, primera plaza cubierta de España y con Goya en sus tendidos, tengo una buena noticia. Hace unos días, por esta manía mía de leer la prensa diaria, en el suplemento de “Artes y Letras” de “Heraldo de Aragón”, José Luis Melero firmaba un artículo que titulaba “Fiestas en las Cinco Villas”, unas en Tauste y otras en Ejea de los Caballeros. Las de esta villa, las de Ejea se referían a las que se celebraron a finales de agosto y principios de septiembre de 1789 con motivo de la coronación de Carlos IV. Reparto de refrescos y frutos secos, tras arcos con escudos de armas reales, fuegos, mojigangas, contradanza y corridas de novillos y toro de ronda embolado. Todo esto lo conté desde el ruedo de la plaza de toros de Ejea el domingo 24 de junio de este año para aclararles a los ejeanos que su afición taurina no es nueva y que, además, en ese siglo XVIII era tierra de toros tan importante como la andaluza. Un detalle: para la corrida de la citada coronación de Carlos IV, en Madrid, en su plaza Mayor, Pedro Romero, “Costillares” y “Pepe-Hillo” lidiaron toros de la ganadería cincovillesa de Francisco Bentura. Albarda sobre albarda. La empresa que lleva la explotación de la plaza ejeana, Jesús Mena y Julio Fontecha, me concedieron el privilegio de presentar los carteles de la Feria que se celebrará a principios del próximo mes de septiembre en honor de la Virgen de la Oliva, dos corridas de toros, una de rejones, concurso de recortadores con anillas, roscaderos o cuévanos y vaquillas, del 2 al 8 de ese mes de septiembre. En la primera corrida, toros de Alcurrucén para Alberto Álvarez,  López Simón y Álvaro Montes; en la segunda, toros de Antonio Bañuelos para “El Fandi”, Sebastián Castella y Cayetano y en la de rejones, toros de la ganadería francesa de Gallón, procedencia de Juan Pedro Domecq para Andy Cartagena, Diego Ventura y Sergio Domíngez. Cartel de indudable interés, con cuatro toreros de a pie recientes triunfadores en Las Ventas del Espíritu Santo, López Simón, Álvaro Montes, Castella y Cayetano, un torero de la tierra y el siempre a tope y poderoso David Fandila “El Fandi”. Y a caballo, el primer caballero que ha cortado un rabo en Madrid, Diego Ventura, y dos prestigiosos artistas del rejoneo. Para los zaragozanos, los de la capital y la provincia, un rayo de esperanza y alegría mientras llega la solución del arrendamiento de la plaza de Ramón Pignatelli, en la que, al parecer, políticos y taurinos se han confabulado para tener cerrado el coso con más solera, comodidad y belleza de España. Allá por 1946 hubo un gran problema y se llegó a la Feria del Pilar sin empresario que la organizara. Se acudió a la persona de Marcial Lalanda y montó un serial de media docena de festejos, en cuatro de ellos con la participación de Pepe Luis (¿hace falta apellidos?), otros tantos para Luis Miguel, dos tarde don Antonio, otras tantas el argentino, chileno, mexicano o español Rovira y una Rafael Llorente, de Barajas y doctorado por “Manolete” en Barcelona. Ese año el de Córdoba no hizo el paseíllo en España nada más que en la corrida de Beneficencia de Madrid.
También fue complicada la gestión del coso de don Ramón Pignatelli en 1981, tras el paso de José Antonio Martínez Uranga, “Chopera junior” por aquellas calendas, tercera acepción de la R. A. E. , nuevo pliego de arriendo y ningún aspirante. En este caso la solución para desfacer el entuerto fueron los hermanos Lozano, Pablo, Eduardo y José Luis, que eran los apoderados de Sebastián Palomo Linares, que figuró en tres de las cuatro corridas programadas para la Feria del Pilar, una novillada y una de rejones con colleras. ¿Qué pasará este año? Lo tremendo es pensar que la Feria del año pasado, la de 2017, fue una gran Feria en todos los sentidos y que si se echa todo por la borda es muy complicado recuperarse. Los antis puede que estén en pleno regocijo.                

domingo, 27 de mayo de 2018

A LA VEJEZ …, RECUERDOS




Gracias a Juan Lamarca y su portal “Del toro al infinito” me enteré de  algo que renovó mi juvenil gozo. Hace muchos años publiqué en “El Ruedo” una serie de artículos sobre le historia taurina de Méjico (con j), el primero, el 19 de noviembre de 1953, y el último de los once totales, el 18 de febrero de 1954. Tenía por entonces 22 años y veía crecer la hierba periodística. Podía con todo, hasta con emprender tan gran empresa. Existía desde 1924 la “Historia del México Taurino” de Nicolás Rangel, pero yo no la conocía. Mi madrina, Clotilde Íñiguez, era bibliotecaria de la Nacional y fue mi máxima consejera para informarme del devenir torero de aquellas latitudes. Con esa sólida base hice todo el esfuerzo posible para que mi trabajo tuviera cierta altura y validez. Años después completé ese trabajo hasta llegar a nuestros días y se lo ofrecí a la Casa Domecq, que por entonces tenía una prestigiosa delegación en la tierra de los aztecas y algunos indígenas más. Me argumentaron que no era conveniente la publicación de un libro escrito desde España. Ahí se quedó la carpeta con sus docenas de folios a máquina y mis ilusiones mustias como las hierbas que veía crecer. Repaso el blog (¿se dice así?) de Lamarca y encuentro mi nombre añadido al seudónimo con el que me inicie en estos menesteres: “Barico II”. Hablaba de mí y de mi trabajo don José Francisco Coello Ugalde, lo hacía elogiosamente y justificaba mi condición y naturaleza, la española, claro, y lo de escribir México con j. Esto lo corregí pronto, en 1964, cuando estuve unos meses al otro lado de los mares. Me sirvió de mucho aquel viaje. Fue como el estallido de una nueva galaxia en mi propia mente. Una ventana al exterior. Aquel año estuvieron en México Paco Camino, Diego Puerta, Miguelín, Álvaro Domecq y Manuel Benítez en su paseo termonuclear por la plaza de “El Toreo”, fuera de las fronteras del Distrito Federal, aquel tremendo edificio de hierro que tenía una cubierta abatible que hacía un ruido infernal cuando se ponía en marcha. A Juan García “Mondeño” le despidió Carlos León con una carta al Papa Juan XXIII, a Camino, en su salida a hombros de la México, le sacaron del estuche la Rosa Guadalupana que había ganado en buena lid y la grey taurina mexicana no tenía otro peón que Jaime Rangel para plantarle cara a uno de los españoles que ha mandado en sus ruedos, “El Niño Sabio de Camas”, ya no tan niño y recién casado con Norma Gaona, la hija del empresario de la Monumental. Conocí a unos cuantos toreros históricos: “Armillita”, Garza, “El Soldado”, “El Calesero”, Fermín Rivera y luego, en España, a los hijos de algunos de ellos, Manolo Espinosa, Alfonso Ramírez y Curro Rivera, el que cortó cuatro orejas una tarde en Las Ventas. Tres toreros nuevos en esa campaña mexicana de 1964 que maduraron en las plazas españolas, Fernando de la Peña, al que le dio la alternativa Antonio Bienvenida en Barcelona, Guillermo Sandoval, también doctorado en la capital catalana, y Oscar Realme, en Oviedo, los tres confirmados en Madrid antes de volver a su tierra para continuar sus inciertos caminos. Don Isidoro, murciano y masón, era el conserje de la Monumental, la que me enseñó por dentro y por fuera y hasta el bar de la logia a la que pertennecía. Nada más.
Tuve contacto con excelentes escritores como Álvaro Albornoz, hijo del ministro de la II República Española y jefe del Gobierno en el exilio, autor de unos aforismos a los que llamó “revoleras” y persona de sutil humor: “Tuvo que suspender la batalla porque con tantos tiros no podía escuchar bien la música que tocaban las bandas militares”. A mi tío José María, primo hermano de mi madre, que decía que no volvería a España hasta que se muriera Franco, le recomendaba: “Pues vuelve y no le hables”. El citado Carlos León, sus cartas a famosos y los diálogos de las películas de Cantinflas. Se parecía mucho a Alfonso XIII. Otro mucho más vinculado a los toros, Carlos Fernández y López de Valdenebro, madrileño de nacimiento (1912), hijo del secretario de las Cortes de la II República y de “veraneo” en tierras mexicanas. En los carteles, “Pepe Alameda”, locutor, escritor, poeta, recitador y, en inglés, “showman”, hombre espectáculo. Vino a España a retransmitir “la corrida del siglo” desde Jaén y con “El Cordobés” de protagonista. Le entrevisté en la cafetería del hotel Wellington y me sorprendió que desayunara con coñac francés, Napoleón. Su frase: “El toreo no es graciosa huida sino apasionada entrega”. Su obra: “Los Arquitectos de la Moderna Tauromaquia”. El toreo ligado de Manuel Jiménez “Chicuelo” y su faena con el toro “Corchaíto”, de Pérez Tabernero. Madrid, 24 de mayo de 1928. En estos días se cumple el noventa aniversario. “Chicuelo” fue también uno de los favoritos de los aficionados mexicanos. De Rodolfo Gaona, el Indio Grande, tenía referencias por mi padre cuando visitó España y le preguntó por Paquita Escribano, una cupletista de gran fama y con vínculos en Ejea de los Caballeros. Gaona se casó con la Moragas y su matrimonio duró menos que el de Rafael el Gallo con Pastora.
Una hermana de “Pepe Alameda”, María Victoria Fernández y López de Valdenebro, divorciada de José María Jardón, empresario de Las Ventas con don Livinio y Escanciano, fue la segunda esposa de Domingo (López) Ortega. La primera, la hija de los marqueses de Amboage, murió joven y como consecuencia de un acceso en la cabeza que se le infectó con un tinte que le aplicaron en la peluquería en abril de 1944. Su familia pleiteó denodadamente para conseguir el cincuenta por ciento de lo que había ganado el de Borox  en las plazas de toros durante los siete años de matrimonio (No recuerdo que hiciera a mi lado ningún paseíllo y vestida de luces”). Creo que se conformaron con las joyas de la fallecida. Dos años después, el 21 de septiembre de 1946, Domingo se casó en Madrid, en San Fermín de los Navarros, con María Victoria, “Picuqui”.
Recuerdo un libro del cronista de la ciudad de México, Artemio de Valle-Arizpe, “Calle Vieja y Calle Nueva”, en el que menciona a  Bernardo Gabiño, un torero de Puerto Real, Cádiz, y del que dice que “ocupa lugar preeminente y campea lleno de prestigio en la historia de la tauromaquia mexicana”. Asegura que vivía en el número 5 y medio del callejón de Tarasquillo y cita a la señora de Calderon de la Barca y su obra “Vida en México”, en la que hace unas encarecidas alabanzas de Gabiño, su garbo y fina gracia bailando la zarabanda, el vito, la farruca, el polo, las peteneras, soleares o la jota aragonesa, valenciana o murciana, el zapateao, la jarana, el palomo, la zanchenga o el jarabe. No había baile que se le resistiera. Dicen que el de Puerto Real asombraba a los aficionados con sus fulgurantes e incomparables metisacas. Cuenta el cronista un ataque de indios comanches (¿?) en un viaje en el que le acompañaban su picador Ignacio Cruz y su banderillero Fernando Hernández, su defensa con las balas de las carabinas y su llegada al lugar de destino heridos pero respondiendo a su función de toreros. El portorrealense  ganaba y gastaba largo, quebró la casa comercio (hoy, Banco) donde tenía sus ahorros de 80 mil pesos y, entre la pobreza y los achaques de la vejez, se contrataba por 30 pesos por corrida, hasta que el 31 de enero de 1886, en Texcoco, cuando un toro de Ayala, “Chicharrón”, le pegó una cornada junto al recto, no se dejó intervenir en el cochambroso cuarto que servía de enfermería, lo trasladaron a la capital y, en el cuchitril del callejón de Tarasquillo donde residía, murió el 11 de febrero, a las 9 y media de la tarde. Dice don Artemio de Valle - Arizpe que Gabiño tenía cuando falleció 83 años, no sale la cuenta, y que llevaba 51 de torero. Puede que esos años fueran los que llevaba en México, a los que habría que sumar los que toreó en España antes de partir hacia las Américas. Según mis noticias en realidad tenía 73 años, tampoco edad muy propicia para enfrentarse a los toros. La figura de Gabiño ha sido realzada por don José Francisco Coello Ugalde, mi panegirista mexicano que se considera a sí mismo como “maestro de Historia”. Ni profesor, catedrático o doctor, MAESTRO. Y sus apellidos me recuerda, el primero a uno de los banderilleros más artista de Portugal, Mario Coello (Conejo), matador de toros después, y el segundo, Ugalde, al más auténtico caricaturista español, de Tarazona de Aragón y cuarenta años en las páginas de ABC. El maestro Coello Ugalde dice que Gabiño nació en Puerto Real el 20 de agosto de 1812, que no tomó la alternativa en España, que se la dio Manuel Domínguez “Desperdicios” en Montevideo, Uruguay,  y que su presentación en México se dio entre 1829 y 1834. Fue Gabiño el primero que otorgó una alternativa en las plazas mexicanas, en 1879 y a Ponciano Díaz, que una vez doctorado sí vino a la península para torear y sorprendió más que nada por su poblado bigote.
En el libro de Luis González Obregón publicado en 1947 con ilustraciones de Bardano y Molina, “Las calles de México”, se cita la Plaza del Volador como el lugar de la ciudad de México en la que se celebraban las grandes fiestas populares, perros y liebres, peleas de gallos, juegos de cañas y suelta de toros bravos. Citan como especiales las fiestas de febrero de 1773 y las del mismo mes de 1803, en la que hubo un eclipse de sol. Como anécdota de los festejos de la “Plaza del Volador”, no sé si fidedigna y creíble, la de que Hernán Cortés, en unos juegos de cañas en el siglo XVI, sufrió tal cañazo en un pie y del que anduvo mucho tiempo cojo y enfermo. Fue peor lo de “la noche triste”.
El caso es que gracias a mi padre y su actividad como cronista de toros yo tengo un antiguo y buen recuerdo de los diestros mexicanos. El 24 de agosto de 1934 se publicó en “El Debate” una crónica firmada por “Barico”, Benjamín Bentura Sariñena, de un mano a mano entre Lorenzo Garza y Luis Castro “El Soldado”. Calor sofocante, Joselito Gómez como sobresaliente y novillos de Coquilla. Lleno a reventar en la plaza que se iba a clausurar a finales de aquel mismo año para ya inaugurar la de Las Ventas del Espíritu Santo. Garza y su compañero brindaron sus respectivos primeros novillos a Domingo Ortega. Lorenzo “el Magnífico” cortó sendas orejas al primero y al tercero, pasó a la enfermería y no mató al quinto. Lo mató Luis Castro que obtuvo las dos orejas y el rabo del sexto. La crónica  fue ilustrada con cuatro apuntes a pluma de Roberto Domingo, dos muletazos de Garza, uno de “El Soldado” y la estampa de un toro. Le regalaron a mi padre aquellas obras de arte que yo vi siempre en las paredes de nuestra casa madrileña de la calle Libertad y luego de Colomer, junto a la Avenida de Los Toreros. Y ahora los contemplo cada día, privilegiado que soy, en mi cuarto de estar zaragozano. Mi santo y seña por los siglos de los siglos.
A Luis Castro “El Soldado” lo conocí en mi viaje a México, también a Garza que recuerdo que alternó una tarde con José Fuentes creo recordar que en su tierra natal, Monterrey, regiomontano, maravilla expresiva, y luego, en Madrid, en el Museo de Las Ventas, el día en que Pablo Ignacio Lozano presentaba su escultura, reproducción en bronce de una extraordinaria foto de Arjona de un lance de Antonio Ordóñez con una rodilla en tierra. Otra maravilla. A Fermín Espinosa “Armillita” le saludé en Pamplona en el hotel Yoldi, antes de que el Maisonave nos recogiera a los escribidores taurinos, entre los que estaba también don César Jalón “Clarito”, ministro de la República que me contó que le había retirado de la crítica Franco al reconocerles a algunos de los ministros republicanos una jubilación. “Si tengo alguna necesidad especial escribo un artículo para El Ruedo” – me contó don César en nuestro último “sanfermín”. Ya había publicado sus interesantes y sabias memorias”.
Bueno, me he alargado demasiado. Me puede la inquietud de no tener el tiempo suficiente para contar mis recuerdos y me motiva el impulso que me ha dado el reconocimiento del MAESTRO DE HISTORIA don José Francisco Coello Ugalde, a quien dedico esta mi memoria de más que un octogenario superviviente.
Zaragoza, mayo de 2018.            


viernes, 4 de mayo de 2018

POR QUÉ LANGUIDECE LA FIESTA

BENJAMÍN BENTURA REMACHA


Es un tema que me preocupa y me ha preocupado porque siempre he vivido en esa incertidumbre. La FIESTA se muere desde que nació y ya se sabe que para morir se precisa que eso que va a morir esté vivo. ¿Está viva la FIESTA? Está viva, pero muy malita. Y no por los toros y los toreros, sí por sus circunstancias. Respecto al toro, animal totémico por excelencia como emblema de protección de la tribu y muy particularmente como progenitor hasta las sábanas del tálamo nupcial, estamos en un periodo francamente positivo porque su estudio ha llegado hasta las profundidades de los análisis científicos que promocionó don Álvaro Domecq Díez junto al catedrático don Isaías Zarazaga. Por una casualidad informática, he llegado hasta el conocimiento de los estudios de dos investigadores prestigiosos, don Fernando Gil, biólogo, y don Julio Fernández Sanz, veterinario. Por ellos he sabido por qué embiste el toro, su capacidad para responder al estrés y la fisiología de la agresividad. El cortisol y las endorfinas  que produce al animal bloquean los receptores del dolor. El toro lucha sin preocuparse por el dolor y lo hace también aunque esté en campo abierto y tenga espacio para huir del castigo. No hace falta acorralarle para que embista. Embiste porque produce dopamina. Por último, la mayor agresividad de unos ejemplares de ciertas ganaderías calificadas como “duras” se basa en que estas tienen menos seretoninas, con lo que los ilustres especialistas del toro bravo concretan que el misterio de la bravura es “un cóctel de hormonas”.
Aseguran que los puyazos caídos o traseros inutilizan al toro para la lidia y pueden producir hasta un neumotórax, lesiones motrices o medulares dada la mayor extensión de la puya y sus aceradas aristas. Y, además, la impunidad del peto con el gran faldón protector contra el que el toro no tiene posibilidad alguna  de ataque. El peto, desde luego, salvó el futuro de la fiesta porque, en las circunstancias actuales, no se podría mantener la renovación diaria de las cuadras de caballos y tampoco el siniestro espectáculo en el que el tal caballo fuera “la víctima de la fiesta”. Pero no se puede pasar de su sacrificio continuado (incluido el de sus jinetes) a la desaparición total del riesgo que puede generar por ahorro y eficacia la eliminación de los picadores de las cuadrillas. Sin riesgo no hace falta buenos jinetes de brazo fuerte. Un titular y un sustituto para toda una corrida. Hace muchos años propuse el peto anatómico para que el toro pueda romanear, verbo a conjugar cuando se trataba de ahormar el embestir del bravo animal. Y disminuir la extensión del casquillo de la puya y el arpón de las banderillas aunque, en realidad, la sangría no sea lo que más influya en la debilitación de las fuerzas del toro.
Y si el desarrollo de la lidia es fundamental para el futuro de la FIESTA, no es menos importante que su difusión vuelva a los parámetros que vivimos a mitad del siglo XX, cuando me empeñé en la lucha contra “el sobre” periodístico. Mi padre me sacó del error cuando señaló que los culpables no eran los receptores del óbolo misericordioso sino los medios de información que cobraban el espacio a los que ejercían la crítica. Sin embargo, por entonces casi  todos los medios escritos, hablados o televisados tenían sus espacios dedicados a la difusión de la fiesta y se competía para dar la más profusa información de las ferias de las plazas de primera y las noticias de agencia (EFE, Logos, Mencheta y alguna más) del resto de los cosos taurinos de España, Francia o América. Me horroriza si hoy dan una noticia taurina en una televisión: o se trata de una cornada posiblemente mortal (la de Fandiño, por ejemplo) o algún chisme sentimental de los diestros más mediáticos en los espacios del “cuore”.
Es importante la difusión de la Fiesta en los medios de comunicación. Uno de los medios actuales que más atención le presta a los toros, pero no tiene ni punto de comparación con las portadas que ese mismo ABC le dedicaba a los acontecimientos taurinos hace un siglo. Suelo curiosear ese pequeño apartado del diario de la calle madrileña de Serrano y me satisface la continuidad con la que son noticia de portada los acontecimientos del coso de la carretera de Aragón o cualquier otro acontecer en el que sean protagonistas toreros, ganaderos o aficionados. Se medían los tiempos y los espacios de otra forma. El toro estaba en la calle y en la conversación de las gentes. Todavía llegué a conocer la mítica “playa de Madrid”, entre la calle Sevilla y la acera de La Tropical, en la calle de Alcalá. Allí se juntaban centenares de toreros y aficionados, se le instalaba un kiosco de la ONCE al picador “Melones” o se exponía en el escaparate de una gran zapatería el vestido de luces que iba a lucir el Príncipe Gitano en su debut con picadores. Se arreglaba una cuadrilla o se sellaba un apoderamiento con un apretón de manos. Hoy no queda nadie. Ni allí ni en la plaza de Santa Ana o la explanada de la Casa de Campo, donde se toreaba de salón o se jugaba un partido de futbol como el que Joselito jugó en la Real Maestranza  años antes. Cristiano metió un gol “de chilena” y durante un par de semanas se cantó como el mejor gol del siglo. Supongo que de este siglo XXI porque en el anterior ya hay reseñados goles de tal guisa desde 1914. Y supongo que el autor fue un jugador chileno de “cuyo nombre no puedo acordarme”. Dos mil policías se movilizan para garantizar el orden en un partido de fútbol. Y aún hay ciudadanos que dicen que las corridas de toros pueden perjudicar a la educación de nuestros infantes.
Y luego hay noticias que perjudican al buen desarrollo del ambiente taurino. He leído estos días que la más fundamental de esas noticias es que José Tomás va a torear una corrida en Algeciras. Y ni una más. ¿Toros? ¿Toreros? ¡Qué más da! Y cuando leo este anunció a toda página y alumbrado por toda la luminaria siempre recuerdo que “Manolete”, en 1946, sólo se anunció en España en una corrida. En Madrid. La Beneficencia. Con Gitanillo de Triana y Antonio Bienvenida y Luis Miguel Dominguín, que venía con la escoba y se ofreció a torear pagándose sus toros. Amén, respondió el de Córdoba. No sé si será cierto, pero a mí me contó Jaime Marco “El Choni”, que era amigo del abuelo de José Tomás, que, de chico, el de Galapagar prefería jugar al fútbol que torear. Mis cortos conocimientos me dan para deducir que el misterio de la dieta taurina del serrano no le permite atracones de toro. Ya lo decía Curro Romero: “Torear todos los días es trabajar”. Una vez a la semana, señor Tomás, cosa sana. Para la Fiesta, don José.
El estrambote a tanta lírica taurófila es la afirmación de Ignacio Ruiz-Quintano en su columna de ABC de que Mazzantini fue concejal después de retirarse del toreo. Y fue algo más que concejal de Madrid. Gobernador Civil de Guadalajara y Avila. Italiano de origen, habrá que agradecer el que en su tiempo no hubiera micrófonos que amplificaran la voz y su decisión de montar la espada y hacerse gran estoqueador desde su primera estocada. Con más voz hubiera sido cantante de ópera. “Muertos que yo maté no os podéis quejar de mí, pues si buena vida os quité, mejor sepultura os di”. Y no pretendo competir con Ruiz-Quintano en la cita de maestros en el pensar y escribir. Yo sólo pienso en el feliz devenir de la Fiesta. Apliquemos los remedios necesarios.         



sábado, 24 de marzo de 2018

EL ETERNO FEMENINO (II)




Parece que está de actualidad el hablar de las mujeres. Pienso que siempre lo ha estado desde distintas perspectivas, desde la Mitología a la Historia, desde la Sociología a la Criminología, la Ciencia o las Finanzas, el Deporte o el Arte. Siempre hemos sido diferentes y, dentro de esa indiscutible diferencia, siempre han existido los variados matices. Vamos, pues, a matizar: la base de mis argumentaciones está en la obra de una mujer y, además, norteameticana, Muriel Feiner. La base, negro sobre blanco, la ha puesto ella con sus dos obras sobre “La mujer en  el mundo del toro”. Algo se quedó en el tintero literario con la primera dama que sobre los toros escribió en verso y quién fue en España la primera crítica de toros, María Pilar Fernández, en mi querida  revista “Fiesta Española”, la que luchó contra “el sobre” y se equivocó de objetivo porque abrió el mercado a las transacciones bancarias en los modernos medios de comunicación. Fue don Francisco, el de Fuendetodos, el que nos dejó noticia de “La Pajuelera”, picadora de brazo fuerte y vendedora de pajuelas de azufre a la puerta del mercado, y el gran ilustrador don Gustavo Doré, el que  nos dio razón de la Bolsi, que con las almidonadas enaguas bajo la falda de encaje pocas opciones tenía de arrimarse a los toros. Tras esos gráficos documentos, apenas tenemos noticia de féminas dedicadas el épico quehacer de lidiar toros, sí dramas como el del conde de Villamediana con su quebrada banderola de “Son mis amores reales”, las duquesas de Alba y Osuna y Pedro Romero y “Costillares”, el pañuelo de Reverte, la Moragas y Alfonso XIII, “La Reverte”, Soledad Miralles, la esposa de “Carnicerito de Málaga” y suegra de Rafael de Paula y “el eterno masculino” que fue Luis Miguel, que desmintió la divulgada anécdota sobre Ava Gadner y que aseguró, como lo hicieron algunos diestros más, que no se vestiría de luces si en los tendidos no viera rostros femeninos. En los tendidos y en las gradas puesto que en “aquellos tiempos” las mujeres no se mezclaban con los hombres y tenían sus localidades en la parte alta de los cosos. El cuadro de Mariano de Cerezo de la despedida de “Lagartijo” en Zaragoza bien que atestigua lo que afirmo.
Pero pasaron muchos días, muchos años hasta encontrar a la primera fémina que tomó la alternativa. Alguna lo podría haber hecho antes, pero lo de alternar con los matadores de toros no dependía de la voluntad del aspirante. Eran los ya consagrados los que decidían conceder tal privilegio a los que, por lo general iban en su cuadrilla como banderilleros y ya habían probado sus habilidades en algunas cesiones puntuales, sin llegar a consumar esa alternancia que da lugar al término. Por esta razón Muriel da la lista de dieciocho matadoras de toros  con Juanita Cruz a la cabeza. 1940, en Fresnillo, México. Tengo especial devoción por Juanita Cruz  porque guardo una crónica de mi padre, que ya firmaba con el apodo de “Barico”, y que se publicó en “El Debate” el 16 de julio de 1935. Trataba de su debut en Vista Alegre, Carabanchel: “Lo que no se consiguió contratando a ases de la torería actual se logró sin grandes reclamos al solo anuncio de que Juanita Cruz iba a actuar en una novillada con picadores. Y no sólo no defraudó su labor, antes al contrario, con capote, muleta y, lo que vale más, con el estoque, consiguió un éxito difícil de igualar por la señoritas toreras que andan por esos ruedos”. En aquella ocasión, Juanita Cruz lidió novillos de AP y le acompañaron “Niño de la Estrella”, turolense que cortó dos orejas y rabo, y Mariano García, de Borox. Ambos llegaron a tomar la alternativa pero con muy corto recorrido. Lo de la Cruz tuvo más amplia historia aunque la Guerra del 36 y la post-guerra hasta el año 75 del siglo pasado no le permitieron actuar en España. Permaneció algunas temporadas en América y a su regreso a España, su esposo y apoderado, Rafael García Antón, divulgó ampliamente las virtudes de su señora,  las peculiaridades de su falda pantalón bordada como una taleguilla masculina y su costumbre de hospedarse en el hotel Florida cuando toreaba en Madrid, un hotel que estaba al final de la calle del Carmen, frente a lo que luego fue Galerías Preciados, plaza del Callao, hotel en el que también se hospedaba Pepe Luis Vázquez y su hermano Manolo el día que se presentó en Las Ventas como novillero y cortó cuatro orejas. Pepe Luis, para celebrar el gran triunfo de Manolo, pidió media botella de Tío Pepe. “– Señor – le dijo el camarero – aquí no hay medias botellas”. “ – Pues traiga una entera y sirva la mitad”. Ahorrador y generoso con los suyos. En cierta ocasión, cuando lo del “sobre”, uno de los receptores dijo que ese no era su dinero: “ – Tiene razón, es el mío”. Y se lo guardó en el bolsillo.
Pero estaba con las mujeres que han tomado la alternativa. Volvamos a esta  cuestión. Pasaron casi treinta años hasta que vino la siguiente  alternativa. 1968 y también en México, en Comalcalco. ¿Protagonista? La colombiana Bertha Trujillo “Morenita de Quindío”, de Armenia, capital del departamento de Quindío. Se casó con Mario Gómez “El Colombiano” y este encauzó los afanes toreros de la valiente esposa que no se dejaba ganar la pelea por toreros como Jerónimo Pimentel y Mario Carrión y que recibió los trastos de matar de manos del mexicano Juan Ramón Tirado en presencia de su esposo y con toros de Presillas en el lugar del estado de Tabasco y el 12 de mayo del citado año de 1968. Tardó algunos años en venir a España y lo hizo ya en el declive de sus fuerzas y con la enemiga de algunos de los toreros que le impidieron debutar y confirmar su alternativa en Las Ventas.
Dos toreras españolas siguen en esta relación y ambas, como las anteriores, dan el salto en plazas mexicanas. Se trata de Raquel Martínez, alternativa en Tijuana en 1981, y Maribel Atienzar, en ese mismo año, en Pachuca. El 12 de agosto de 1974 se publicó en el Boletín Oficial del Estado Español la Orden del Ministerio de la Gobernación por la que se autorizaba la actuación de las mujeres a pie en los cosos de España. La lucha tremenda de Ángela Hernández había dado sus frutos y fueron numerosas las féminas que se apuntaron en la Agrupación de Matadores, Novilleros y Rejoneadores aunque, al final, fueron pocas las elegidas. Raquel Martínez, nacida en el mismo lugar donde tomó la alternativa, Tijuana, tenía ascendencia española y uno de sus abuelos era natural de Morón de la Frontera y el otro primo de Lorenzo Garza, casi nadie al aparato. Una de las crónicas de mi padre en “El Debate” fue del mano a mano entre “El Soldado” y Garza, en agosto de 1934, cuando todavía no se había inaugurado oficialmente la Monumental de las Ventas del Espíritu Santo.
La propia  Raquel fue testigo en la alternativa de la Atienzar en Pachuca el 28 de noviembre de ese año de 1981. La albaceteña, en mi opinión, ha sido una de las toreras con más posibilidades de las que yo he visto en nuestros ruedos. Fue  en Zaragoza el 13 de mayo de 1979. Los novillos, de Barcial, Enrique González “El Bayas”, por delante y el debut con caballos de Roberto Bermejo. Cortó tres orejas. José Antonio Chopera, el empresario de Zaragoza, la repitió el día 20 del mismo mes con el propio Bermejo que había cortado una oreja el día de la apoteosis de la Atienzar y Rafael de Córdoba. Nada destacable. Sí el enfado de José Antonio porque había más gente en los tendidos y menos dinero en las taquillas. Se presagiaba la tormenta empresarial que se iba a desatar al final de aquella temporada. El caso es que los del “chispeante” le vieron las orejas al lobo aunque tuviera la figura menuda y graciosa de una joven de Albacete. Se tuvo que marchar a las Américas. Había triunfado también en Madrid, en Carabanchel y Las Ventas, en Sevilla, Valencia y Barcelona, tomó esa alternativa en México y, a pesar de que a su vuelta a España, le apoderó Emilio Mera, el que había sido mozo de espadas de “Miguelín” y contaba con el apoyo de José Flores, hijo de “Camará”, no le dieron oportunidades de demostrar su valía. Volvió a Colombia, toreó en casi todas las plazas de aquel país y regresó a España. En esta ocasión fue José Luis Martín Berrocal su mentor, toreó en Barcelona, Figueras y San Feliú gracias al empresario Zulueta y se despidió en esta última plaza el 11 de julio de 1987. No pudo más. El hipotético enemigo no era el toro.
La lista que facilita Muriel Feiner de las mujeres que han tomado la alternativa se completa con las siguientes: Lola de España (Lima, 1986), Cristina Sánchez (Nimes, 1996), Mari Paz Vega (Cáceres,1997), Raquel Sánchez (Toledo, 2005), Marbella Romero (Morelia, México, 2008), Hilda Tenorio (Monumental de México, 2010 ), Sandra Moscoso (Ubrique, Cadiz,2010), Lupita López (Monumental de México, 2011), “Milagros del Perú (Moralzarzal, Madrid, 2013), Karla de los Ángeles  (Monumental de México, 2014), Paola San Román (Morelia, México, 2015), Conchi Ríos (Cehegin, Murcia, 2016), Melina Parra (Guano, Ecuador, 2016) y Rocío Morelli (Duitama, departamento de Boyaca, Colombia 2017).
De esas dieciocho alternativas, nueve se otorgaron en México, tres en la Monumental capitalina, cinco en España (Cáceres, Toledo, Ubrique,  Moralzarzal y Cehegín, y sendas en Francia (Nimes), Perú (Lima), Ecuador (Guano) y Colombia (Duitama). A destacar Cristina Sánchez, a la que le dio los trastos de matar Curro Romero en Nimes, confirmó en Las Ventas y nunca perdió su feminidad y encanto en lucha tan dramática y desigual. También Mari Paz Vega, la malagueña que se hizo torera en tierras de Aragón apoyada por su mentor, Julio Navarro, que le dio aposento y trabajo en el establecimiento hotelero que regentaba y oportunidades de ejercitarse en su afán taurino. De familia de toreros, tuvo que marchar a tierras americanas para mantenerse en activo. No ha logrado confirmar su doctorado en Las Ventas.
Luego hay otras féminas que no alcanzaron la alternativa pero que sí mostraron sus virtudes en la lida del toro; sobre todas, Conchita Cintrón, en privado y con el beneplácito de personajes como Juan Belmonte, Cossío y Antonio Ordóñez y Manolo Vázquez en Jaén, el día que se bajó del caballo para despedirse de los ruedos españoles. Su padre era portorriqueño de ascendencia española, su madre norteamericana de origen irlandés y ella nacida en Chile y criada en Perú. Y torera por la gracia de Díos. En España, le apoderó Marcial Lalanda, que también apoderó a Pepe Luis. Festival en Las Ventas con Juan Belmonte, Álvaro Domecq, Duque de Pinohermoso y Juan Pedro Domecq. A puerta cerrada. De clausura. Quiero recordar también a Amina Assis, morena como una diosa inca, a Bette Ford y Patricia McCormick, de Texas a la Monumental de México, a Mari Fortes, torera, empresaria, profesora de la Escuela Taurina de Málaga y madre del matador de toros Saúl Jiménez Fortes, el torero que ha superado pruebas de fuego en forma de cornadas espeluznantes. Mi paisana Carmen Zaldívar, de Gallur, ahora de asesora de la presidencia  en el coso de Pignatelli. Y, para el final, Ángela Hernández, la que consiguió derribar el muro de la incongruencia antes de las batallas por la igualdad. Fue, ya lo he dicho, el 12 de agosto de 1974, cuando el Boletín Oficial del Estado publicó una Orden del Ministerio de la Gobernación por la que se suprimían las limitaciones impuestas a la mujer para participar en espectáculos taurinos. Ángela, hija de guardia civil y nacida en Alicante, pasó por la plaza-escuela del padre de los Esplá. Después de conseguir que las mujeres pudieran pisar los ruedos españoles, su carrera fue dura y complicada y no alcanzó la cumbre con la que sueñan todos los que se visten de luces. Citaré como remate a la que fue escultural “vedette” con un éxito sin par, “La blanca doble”, y un promotor concienzudo, Manuel Lozano, verso suelto de los Lozano taurinos. Luego vinieron unas cuantas más, pero en versión cabaretera. Duraron poco.